Ayer falleció Ray Bradbury, el escritor de ciencia ficción, a la edad de 91 años. Bradbury era de los pocos que quedaban con vida de aquella generación de escritores que se dieron a conocer en el mundillo al terminar la Segunda Guerra Mundial. La mayoría de ellos han tenido una larga vida y han dejado este mundo a edades avanzadas, como Arthur C. Clarke que lo hizo en el 2008 a los 90 años, Philip José Farmer que murió en 2009 con 91 años o Stanislaw Lem en el 2006 con 84 años; y, sorprendentemente, aún sigue vivo Jack Vance que va camino de cumplir 96 años y Brian W. Aldiss que va a por los 87 años.
Curiosamente, Bradbury saltó a la fama con tres libros y antologías de relatos que difícilmente superaría en su larga trayectoria posterior: Crónicas marcianas, El hombre ilustrado y Fahrenheit 451. Y yo añadiría un cuarto libro de relatos muy al estilo de El hombre ilustrado: Las doradas manzanas del sol. La mayoría de la gente conoce el primero (sobre todo por el programa de Sardá) y el tercero, por la adaptación cinematográfica que hizo Truffaut. Bradbury se hallaba cómodo en el mundo del relato corto, de los cuentos, y de hecho sus novelas son relativamente de reducida extensión. Lo cual es de agradecer ya que siempre he pensado que sintetizar en unas pocas páginas una historia suele ser más complicado de lo que parece.
La mayoría de los relatos están ambientados en el pasado, en un pasado ideal, casi idílico en el que se producen sucesos extraños, invasiones alienígenas, se crean inventos sorprendentes... Leyendo cualquiera de los que escribió en los años cincuenta y sesenta, período en el que se concentra la mayor parte de su obra, uno identificaría muy pronto a esas ciudades americanas de los años treinta y cuarenta, en las que aparentemente nunca sucedía nada y siempre ocurría de todo. De hecho, él mismo siempre se consideró más un escritor de fantasía que de ciencia ficción; y leyendo sus relatos así es ya que la mayoría de su obra no se centra en narrar viajes espaciales, aventuras en otros planetas y galaxias, etc etc. Por ejemplo, Crónicas marcianas parece más bien un libro escrito en los años veinte que uno publicado en 1950, con un Marte romántico casi al estilo de Rice Burroughs pero sin llegar a su vena aventurera; en él surgen marcianos cambiaformas, una colonización humana que podría ser igual a la de un continente aquí en la Tierra, y una evolución lógica en la colonización en la que, al final, se evidencia que los marcianos son... y hasta aquí puedo contar. Si quereis saber más, a leerse el libro.
Y ahora una poca de música; que más apropiado que algo de Fahrenheit 451.
2 comentarios:
Recuerdo "Crónicas..." y un cuento de "Las doradas..." que siempre me ha emocionado: "El ancho mundo allá lejos".
Sí, el de las cartas. Por eso siempre se consideraba más un escritor de fantasía que de ciencia ficción. "Crónicas marcianas" es un gustazo leerlo.
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