Aunque cuando se produjo la Gran Guerra el cine ya estaba en pleno desarrollo, no sería hasta mucho más tarde cuando se convertiría en un tema al que acudir para sus guiones. La Segunda Guerra Mundial eclipsó, desde el punto de vista cinematográfico y desde muchos otros, a la Primera y eso se nota en la producción de películas. La Segunda, siendo más reciente, era más moderna, espectacular, sangrienta y convirtió al cine en una verdadera arma de propaganda generando durante toda la contienda muchísimas películas; en cambio, la primera resultaba más estática con esa guerra de trincheras, más antiestética e incluso más difícil a la hora de distinguir entre cuáles eran los buenos y los malos de la función.
Sin embargo, la I Guerra Mundial ha dado lugar a un puñado de obras maestras cinematográficas ambientadas en ella, muchas de las cuales vienen a la cabeza casi sin querer. Pero también hay muchas otras que, a priori, no asociamos a este conflicto. Por ejemplo, La reina de África o Memorias de África se hallaban ambientadas total o parcialmente en la contienda que se produjo en las colonias africanas entre Gran Bretaña y Alemania. O Doctor Zhivago, que narraba la participación del Imperio ruso en esta guerra y las consecuencias que supuso para este país.
Así, como quien no quiere la cosa, podemos citar Armas al hombro de Chaplin, Sargento York, Capitán Conan, Alas, Gallipoli, Sin novedad en el frente, War horse, Johnny cogió su fusil, Mata Hari con Greta Garbo, Las águilas azules, El puente de Waterloo, Agente secreto de Hitchcock o incluso en formato musical con Oh! What a lovely war!. Por supuesto, esto es una mera aproximación ya que hay muchísimas más que tratan el tema, bien de manera principal o bien de forma tangencial. Eso sí, hay algunas que podemos considerar im-perdibles por decirlo de alguna forma que he reducido a cinco y con las que se puede estar de acuerdo o no.
Los imprescindibles son:
Senderos de gloria (1957). Dirigida por Stanley Kubrick, se convirtió desde el primer momento en un icono de esta contienda al ser prohibida en varios países (entre ellos España) por su mensaje antibelicista. La guerra de las trincheras, la sinrazón de las órdenes de los generales, los soldados convertidos en masas anónimas y más narrado en un espléndido blanco y negro con un magnífico Kirk Douglas en uno de los papeles de su vida.
El Gran Desfile (1925). Al mando de King Vidor, fue la primera superproducción bélica en la que un chico es animado a alistarse y descubre la lealtad y el amor a la patria en las trincheras. Es, quizás, la primera película en la que se intenta combinar el entretenimiento con un ligero toque crítico ante la guerra y la necesidad de defender la patria.
Lawrence de Arabia (1962). Aunque ambientada en el Oriente Próximo y centrada en el personaje de T. E. Lawrence, esta superproducción narra de manera bastante fiel la participación de las tribus árabes contra los turcos y el engaño a que fueron sometidas por los ingleses y franceses para conseguir sus fines. David Lean maneja tanto las escenas grandiosas, como la toma de Akaba o el asalto a los trenes turcos, con el intimismo del personaje y su acercamiento a la forma de pensar de los árabes.
Adiós a las armas (1932 y 1957). Existen dos adaptaciones cinematográficas de la novela homónima de Ernest Hemingway, que tiene claros tintes autobiográficos, y que narra el amor entre un soldado americano y una enfermera en el frente italiano.
La Gran Ilusión (1937). Gran película de Jean Renoir en la que se retrata la vida cotidiana de los presos franceses en un campo de concentración alemán. Fue el precursor de ese subgénero que podríamos denominar fuga de campo de prisioneros que tan bien se desarrollaría para las películas de la Segunda Guerra Mundial. Sin ser una película claramente pacifista, sí que llega a narrar de manera magistral las relaciones entre los presos de distinta categoría, incluso entre carceleros y prisioneros, y que las fronteras son entes artificiosos que separan a los hombres.
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