El calor era sofocante y la humedad lo hacía aún más pegajoso. El ventilador apenas mitigaba esos efectos a pesar de que se hallaba al máximo de su velocidad. De hecho diría que ayudaba a propagar el calor por toda la habitación en lugar de despejarlo. El despacho en penumbra parecía un horno; no, peor, una sauna en la que me iba cociendo lentamente mientras esperaba.
Sabía que aparecería. Tarde o temprano lo haría, como siempre. Como el alien de Depredador que volvía a la Tierra en los años de mucho calor, conocía sus rutinas y percibía que estaba al caer. Y estaba preparado para ella. Vaya que si lo estaba.
Unas horas más tarde tocaron en la puerta. No me inmuté ni dije una palabra intentanto no hacer ruido. Volvieron a tocar con insistencia, incluso con más fuerza diría. Tampoco dije nada. Sabía que era ella y ella sabía que yo estaba dentro. La puerta se entreabrió lentamente y fue asomándose sin ningún disimulo, mirando al interior y cerciorándose de que yo estaba allí, sentado tras la mesa. Cerró la puerta tras de sí y se apoyó en ella mientras sacaba una pitillera de su bolso de mano, encendía un cigarrillo y le daba una calada.
"Necesito su ayuda”, dijo con voz sedosa, como la de un gato. “Peligro, peligro”, gritaron mis alarmas internas mientras miraba esas piernas sin fin, voluptuosas, sensuales. “Lo siento, cariño, estoy muy ocupado y no puedo atenderla”, señalé mientras recogía un montón de papeles y hacía como que atendía asuntos de vital trascendencia. “No pienso irme hasta que me atiendas o me prestes un poco de atención”, recalcó con esa misma voz sedosa, mientras se acercaba insinuante y lentamente hacia la mesa. “De verdad que no puedo atenderla, será mejor que venga en otra ocasión”, insistí sin mucha energía conocedor de que lo inevitable se acercaba. “Sabes que no me iré y no pienso ponerte las cosas fáciles”, señaló, al tiempo que apagaba el cigarrillo en el cenicero de la mesa.
Abrí un cajón de mi escritorio y acaricié con cariño mi revólver del 45 mientras musitaba “Lo sé”. Menos mal que en previsión lo había cargado con triptanes. Acabaría con ella y en un par de horas estaría enterrada. Espero. Porque ya se sabe que hay
PD: Estos son los efectos que ejerce en una mente normal 40º de calor, más calima, más dos noches sin pegar ojo (esta pasada ya dormí algo de cansancio). Y así hasta mañana. Que ganas que el tiempo sea "Espacial".