Los que me suelen leer con cierta frecuencia ya saben, y para los que no pues lo comento ahora, que trabajo para la administración de esta nuestra "gran" comunidad. Mi anterior destino estaba en una consejería de esas que se consideran "marías" porque, aunque maneja algo de dinero, no es de las más relevantes ni de las más nombradas.
Sin embargo, cuando el clon de Ansar fue despedido y exiliado del pacto gobernante allá por octubre, se decidió que dicha consejería se fusionase con otra, creando un macropiso en esta comunidad. Tanto que, aunque me he trasladado de plaza con el concurso, en realidad no me he movido de consejería sino más bien de ámbito. Aquí sí que se nota el poder. No el poder del dinero que manejan, que es más bien escaso, sino ese poder casi invisible que otorga el hecho de que si en un mapa mueves una rayita alguien se hace un poco más rico o más pobre. O una especie de floryfauna se va al carajo. O que aparezca esa especie que pide nuestro voto cada cuatro años a ver qué hay de lo suyo (y de lo de sus amigos).
De hecho, una conocida me comentó que el trabajo solía ser bastante soso y tranquilo (y por el momento puedo dar fe de ello). Hasta que cualquier día se presenta la policía nacional pidiendo tal o cual expediente. Y estoy esperando con ansia que llegue ese día para ver los maromazos de la comisaría que están a la vuelta del edificio y desayunan en la cafetería donde suelo ir. Claro que con la suerte que tengo últimamente eso no sucederá. Peor, seguro que ocurre el día siguiente al que me vaya a mi antigua plaza.
Sin embargo, cuando el clon de Ansar fue despedido y exiliado del pacto gobernante allá por octubre, se decidió que dicha consejería se fusionase con otra, creando un macropiso en esta comunidad. Tanto que, aunque me he trasladado de plaza con el concurso, en realidad no me he movido de consejería sino más bien de ámbito. Aquí sí que se nota el poder. No el poder del dinero que manejan, que es más bien escaso, sino ese poder casi invisible que otorga el hecho de que si en un mapa mueves una rayita alguien se hace un poco más rico o más pobre. O una especie de floryfauna se va al carajo. O que aparezca esa especie que pide nuestro voto cada cuatro años a ver qué hay de lo suyo (y de lo de sus amigos).
De hecho, una conocida me comentó que el trabajo solía ser bastante soso y tranquilo (y por el momento puedo dar fe de ello). Hasta que cualquier día se presenta la policía nacional pidiendo tal o cual expediente. Y estoy esperando con ansia que llegue ese día para ver los maromazos de la comisaría que están a la vuelta del edificio y desayunan en la cafetería donde suelo ir. Claro que con la suerte que tengo últimamente eso no sucederá. Peor, seguro que ocurre el día siguiente al que me vaya a mi antigua plaza.