Antihielo es una de las primeras novelas de Stephen Baxter, considerado como uno de los sucesores de Arthur C. Clarke por ser partidario de una ciencia ficción más estricta.
La novela parte de la premisa de un asteoride que a comienzos del siglo XVIII se estrella en la Tierra y libera una sustancia, el antihielo, que es descubierto por los ingleses y posibilita un enorme salto tecnológico que les permite convertirse, a mediados del siglo XIX, en una superpotencia mundial. En esta ucronía que comienza y finaliza con una carta, la acción se desarrolla fundamentalmente en 1870, en plena crisis franco-prusiana, siguiendo las aventuras de Ned Vicars, un agregado del Ministerio de Asuntos Exteriores británico que se ve envuelto junto al periodista Holden y al inventor sir Josiah Traveller en un inesperado viaje a la Luna, eje central de prácticamente todo el libro.
En el prólogo se señala que la novela se inspira en aquellas que Verne escribiera por la misma época en que se ambienta Antihielo, lo cual se evidencia sobre todo en el viaje a la Luna, los inventos que surcan el relato, la actitud tan británica de los protagonistas. Pero también podemos encontrar reminiscencias de H. G. Wells y su libro Los primeros hombres en la Luna. Realmente, Antihielo es una mezcla de ciencia ficción y steampunk, combinando la tecnología decimonónica con las actitudes más victorianas en los que se refiere a educación y saber estar, caballeros que viajan en una nave pero no olvidan los buenos modales y que departen en un salón mientras se fuman un buen puro después de una cena.
Seamos sinceros. Antihielo no es una novela compleja, es un relato de aventuras espaciales en un mundo alternativo alterado por la presencia de una sustancia que concede una ventaja enorme a los ingleses. Hay algo de ¿romance?, veleidades políticas, alteraciones históricas (para el que suscribe esta parte está bien trabajada) pero en el fondo no deja de ser una novela de aventuras, muy al estilo de Verne aunque sin un final optimista, más bien todo lo contrario. Por eso es una lectura apropiada para estas fechas veraniegas, algo ligero y ameno, sin excesivas complejidades y que distrae al lector de los calores.
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