Uno siempre piensa que en vacaciones tendrá tiempo para todo y todos. Ya. Claro. Otro mito vacacional que debemos ir eliminando de nuestra neurona. Y la prueba viviente es este blog, que para una semana que llevo de vacaciones se ha movido menos que el puro de Rajoy. En fin, es lo que tiene tener que programarte las cosas porque si no te pilla el tren con los glúteos in the air.
El fin de semana pasado vinieron, y por este orden, mi chico y luego Ka Rra y su costillo Fer desde Barcelona para aprovechar que el lunes era fiesta por allí. El sábado me los llevé a dar una vuelta por esos interiores de isla, a la cumbre, al Parador y a comer en la costa, para acabar en las Canteras con un calorazo y luego vuelta a Maspalomas con el tiempo justo para un baño en la piscina. El domingo aprovechamos la playa a tope, hasta bien entrada la tarde. Y el lunes, la cosa se jodió. Llegó un frente del Nadine (con ese nombre no podía ser otra cosa) y se nubló y llovió como no lo había hecho en todo el año. Así que me los llevé a dar una vuelta intentando ver algo nuevo, lo cual no pudimos hacer entre la neblina y la lluvia, y acabamos en Agaete para comer. Luego a Las Palmas a trianear un poco por la tarde antes de coger el avión.
Y estos tres días han sido un no parar. Tenía bastantes tareas pendientes y otras que hacer antes de salir de viaje así que tuve que hacerme una lista que ni las recomendaciones de la Merkel para el Mariano. Así que he estado callejeando, poniendo lavadoras, planchando, viendo alguna que otra serie, quedar un par de veces y preparando las maletas para los próximos once días. Hoy, ya mismo de hecho, me voy a Tenerife para estar unos días con J. hasta el día del juicio, y el jueves arranco para Barcelona seis días a ver a la gente de por allí, salir un poco, pasear y ver cosas nuevas. No quiero pensar en lo que me espera a la vuelta así que... no pienso pensar. Voy a disfrutar de estos días y a ver si escribo algo la semana que viene.
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