En general no soy/somos realmente conscientes que nuestra vida se va desarrollando mediante ciclos. Digo soy porque uno, que ya de por sí va por esta vida con su despiste habitual, sólo se para a pensar en estas cosas un poco a posteriori, cuando te das cuenta de las etapas que vas cumpliendo a medida que pasan los años. Ciclos más largos, otros más cortos, unos de carácter laboral, otros sentimentales, familiares... Vamos, que cada uno puede estructurar su trayectoria vital en función de estos momentos.
Se puede decir que hace un año finalizó un ciclo para mí, más en el terreno personal que laboral, los cuales no necesariamente tienen que coincidir. Desde entonces estaba en una especie de interregno, de pausa, entre ciclos. Lo novedoso es que era perfectamente consciente de ello aunque lo achacaba más al hecho de que hacía meses que sabía que quería mudarme y cambiar de casa que a otra cosa que pudiese surgir en otros aspectos. Y entonces llegó él. Y las ganas de mudarme se incrementaron exponencialmente. Y todo se ha revolucionado de tal manera que ni siquiera he podido permitirme el lujo de la depresión postvacacional porque la vorágine del cambio de casa se lo ha comido todo. De una cosa estoy seguro: mi vida está empezando un nuevo ciclo con todas las de la ley. Nueva casa, nueva relación, objetivos en el horizonte...
Y perdonen que sólo hable de mí y mis circunstancias pero tengo el resto de las rutinas un poco abandonada. El cine, las series, los libros, están ahí pero entre las vacaciones y la mudanza no les he prestado demasiada atención. En cuanto me instale...
2 comentarios:
:-))))))
Muacksss!!!
Publicar un comentario