viernes, 19 de octubre de 2012

Vaivenes

Llevo una semana con altibajos emocionales, dudas e indecisiones y más nervioso de lo que he estado en mucho tiempo. Dan ganas de mandar al otoño al carajo y que venga ya el invierno y ponga un poco de orden en esta vida. 

La culpa de todo la tiene la mudanza que estoy haciendo y que tengo que terminar en menos de dos semanas, antes de que acabe el mes. Esta semana, por fin, llegaron las llaves y pude volver a ver la casa y me entraron las dudas. A ver: entre los pros está el hecho de que el alquiler es más barato (me ahorro un buen dinerillo lo cual está muy bien y más en estos tiempos), está más cerca (aún) del trabajo casi que puedo fichar sin necesidad de quitarme el pijama, que es más grande que la actual (una salón grande, tres habitaciones, dos baños, un balcón cerrado amplio); entre los contras el hecho de que tiene sus años y hace tiempo que no se habita con lo que necesita una buena mano de pintura (este sábado) y de limpieza (sábado y domingo), aparte de eliminar los pocos muebles que quedan y hacer algunos apaños. Además, tenían que haber hecho ya una cosa con el tema de la luz, y hablando ayer con el hijo de la casera reconozco que no es su problema sino culpa de la persona a quien le han encargado el trabajo hace un par de semanas.

Llegó el miércoles y me dió el bajón. Así, tal cual. Uno que se precia de tener las cosas claras, de ser capaz de tomar decisiones meditadas y de controlar los aspectos más domésticos de la vida, pues todo eso se fue al garete. Hablé con J. y me aconsejó que llevase a alguien más a ver la casa, para que me diesen su opinión más objetiva. Y así lo hice. El miércoles por la tarde llevé a una amiga a la que le gustó y opinaba que podía hacerle muchas cosas a la casa; ayer por la tarde me fuí con T. y me volvió a ratificar la opinión de la amiga del día anterior. Todo para que al final las cosas se vayan poniendo en su sitio y calmándome después de comprobar que todo tiene una solución, a corto o medio plazo. Y que remedio queda porque ayer me fui a Ikea y ya visioné los muebles que necesitaba, que tampoco son tantos, el dormitorio y algunas cosillas para el salón, que intentaré comprar hoy o mañana como mucho.

Como me decía un buen amigo, no es sólo el tema de la casa. Según él "estoy viviendo muchas cosas a la vez" en referencia a mi relación con J. y, entre eso y la mudanza a la nueva casa, me haya saltado todo por los aires. Seguramente tenga mucha razón porque llevo unos días con la sensibilidad a flor de piel, cualquier cosa me entristece, me añurga como decimos por aquí, y tan pronto estoy contento, sobre todo cuando hablo con J., como parezco la María Magdalena, a veces también con J. porque me emocionan sus mensajes. En fin, que mi vida se está convirtiendo en un Dragon Khan emocional. Será por eso que nunca me ha gustado el otoño...


2 comentarios:

Eleuterio dijo...

Odio las mudanzas.
Paciencia.
Besos.

starfighter dijo...

Yo no tanto. Hasta ahora. Espero que esta estancia dure una larga temporada. Un besazo.