Parece mentira que me haya pegado dos meses para terminar de contar el viaje de Estambul. No tiene perdón de... estoooo... el spaghetti volador. Pues, hala, allá vamos.
El sábado nos fuimos hasta la zona de la muralla de Estambul a ver
San Salvador en Chora, una iglesia maravillosa y que conserva las mejores muestras de mosaicos bizantinos en Estambul. Sobre todo porque se realizaron ya en la época final del imperio, a pesar de lo cual no se conservan en su totalidad como podéis ver por las fotos. No es muy grande pero se puede uno pasar un buen rato admirando los dibujos, que están mayormente dedicados a narrar la vida de Cristo, la Virgen y esas historias tan bonitas que salen en la Biblia. Como muchas otras se convirtió en mezquita tras la conquista por los turcos pero se transformó en museo a mediados del siglo XX. Si quieres saber más,
aquí.
Como estaba relativamente cerca, como a diez minutos caminando, nos alcanzamos hasta la
iglesia de Pammakaristos, otro ejemplo precioso de iglesia bizantina. Al igual que la anterior se convirtió en mezquita y sólo se puede visitar un lateral, donde se conservan restos de mosaicos igualmente maravillosos, porque la mezquita sigue funcionando como tal. Más,
aquí.
Todo esto se encuentra en una zona bastante integrista en cuanto a la religión musulmana. Podías ver a las mujeres con burka o totalmente cubiertas de negro salvo la cara, y a los hombres con trajes netamente islámicos, nada occidental. Encima era sábado, con lo que había mucha gente por las calles. Pero, vamos, que ni molestarte ni nada, sólo te sentías un poco fuera de sitio, lo normal.
Por la tarde nos fuimos todo el grupo hasta la parte asiática, cruzamos el estrecho y llegamos a Uskudar con el objetivo de ver el atardecer sobre Estambul. Caminando por la orilla llegamos a una zona con gradas que tenían unas alfombras y cojines en los que podías sentarte cómodamente y tomarte algo mientras veías cómo se ponía el sol. Unas vistas preciosas.
El domingo, aprovechando que los bazares cerraban al igual que algunos sitios, nos quedamos cerca del hotel y visitamos el
Museo Arqueológico. La verdad es que el contenido es bastante bueno sin nada que envidiar a la mayoría de los museos europeos, porque los fondos provienen de excavaciones realizadas en el siglo XIX y comienzos del siglo XX cuando los turcos controlaban el Próximo Oriente, por lo que hay ejemplos estupendos de arte antiguo, desde las excavaciones de Troya, los hititas y la zona mesopotámica hasta la época griega, romana y bizantina. Eso sí, el continente, es decir, el edificio deja bastante que desear, un edificio antiguo que necesita una restauración y una mejora del mobiliario en algunas zonas.
Luego, por la tarde, me fui con algunas de las chicas y un colega del grupo al hamam. Qué estupendo, con el calorcito, los vapores, ser usado como un trapo mientras te lavan y te friegan de arriba y abajo, porque los tíos como no hablaban sino turco te lo decían todo con señas o te empujaban hacia aquí o allá. Eso sí, ni maromazos ni tíos estupendos ni nada de nada. A la vuelta descubrí que había un hamam gay por la zona de Taksim (arrrggghhh), que habrá que visitar la próxima vez que vuelva, jejeje.
Y si has llegado hasta aquí y aguantado todo esto te mereces una recompensa. Esta era la vista que teníamos cada mañana desde la recepción, nada mal, eh.