Llevo una temporada con el blog un poco alicaído. Sí, ya se que no es nada nuevo pero mis razones tengo y la verdad es que apenas he podido dedicarle el tiempo que se merece. Y así me va, claro. O, más bien, le va al blog.
Este mes ha sido un poco de no parar porque, como siempre, me meto en berenjenales que, sin llegar a la categoría de innecesarios, si es verdad que tampoco resultan imprescindibles. Pero como dice mi chico, sarna con gusto no pica. El primero deriva desde finales del año pasado cuando se me ocurrió la brillante idea de escribir un artículo de investigación; ví un tema curioso, sopesé el tiempo necesario para ir al archivo y localizar la información y lo que tardase en redactarlo. Bah, esto se puede conseguir en un par de meses. Y, como ya me ha pasado más de una vez, vas tirando del hilo y descubriendo cosas interesantes, un dato te lleva a otro y este a otro y encadenas visitas al archivo hasta que llega un momento que dices "hasta aquí" porque no tengo más tiempo. El problema es luego plasmarlo todo en el papel, consultar la bibliografía, darle consistencia y enviarlo a la revista que quiero, todo ello con sus condiciones claro (que si este formato, que si un abstract, que si las notas así, etc etc). Por supuesto, hay una fecha límite, el último día de marzo, en plena Semana Santa así que ahí ando, dándole los últimos retoques a ver si lo mando antes de este fin de semana.
Como me aburría un poco con todo el trajín anterior, no se me ocurrió mejor idea que hacer un curso online de Paleografía hispana. Por si no lo sabes, la paleografía es una ciencia auxiliar de la Historia que se dedica al estudio de las escrituras antiguas y que suele ir muy ligada a la Diplomática (que no tiene nada que ver con la carrera para convertirse en embajadores y cónsules). Lo hago por interés profesional y, un poco, laboral mirando al futuro a largo plazo. Al menos, el curso no era de paleografía visigótica porque me hubiese dado un ataque de ansiedad directamente y se centraba en un período más cercano con el tipo de letra que suelo leer. Aún así, he estado un par de tardes leyendo bibliografía y dejándome las dioptrías en transcribir documentos de la puñetera Juana I, sí la loca.
Así que, como pueden, ver tengo la cabeza más para allá que para acá. Y a todas estas viendo El Ministerio del Tiempo (que les recomiendo del todo), con lo que el batiburrillo histórico que tiene mi neurona es brutal. A ver si con el descanso de Semana Santa hacemos algo...
2 comentarios:
Como digo siempre: ¡tranquilo! El blog, a tu ritmo, y aquí siempre estaremos tus fieles, esperando.
Juana, la Loca, ¿en qué cole hizo el preescolar? Vaya caligrafía... bonita es, eso sí, pero hace falta ser médico o farmacéutico para descifrar eso.
Y viva "El Ministerio del Tiempo"
Ay Sufur, estoy seguro que ni eso escribía la jodía sino que ya tenía quien. Ella con firmar e ir detrás de Felipe ya echaba el día. Y muy reviva!!
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