A veces pienso que mi capacidad de asombro no tiene límites. Ni la caradura de algunos. O la desverguenza de esos mismos.
Ayer leí por esos interneces mundiales que tito George (Lucas), también conocido como tío Gilito, ha decidido pasar las películas de su saga starwariana a 3D y que las empezará a re-re-re-estrenar en el 2012. No se para qué, si ya sabemos que ese año será el fin del mundo que para algo lo predijeron los mayas. La gallina de los huevos de oro seguirá explotada un poquito más, y Lucas habrá dado otro pasito más hacia ese infierno donde espero conviva con abogados, telepredicadores, presentadores de teletienda, la Esteban y los políticos. Y lo peor, peor, peor de todo esto. Que sé a ciencia cierta que acabaré yendo a verlas, pero sólo la original, la auténtica.
Todo esto además me lleva a algo que hace tiempo quería comentar. Ya saben que hay categorías y categorías de películas, en función sobre todo del presupuesto pecuniario de las mismas. Las hay de categoría A con estrellas y mucha pasta. Luego las de serie B que no es que sean peores (muchas veces son mejores que las A) sino que cuentan con menos medios y así sucesivamente, hasta llegar a la serie Z donde podríamos incluir a esas películas cutres pero con encanto, como las de la Troma, por poner un ejemplo.
Pero, claro, hay cosillas (casi que me niego a llamarlas películas) inclasificables, para las cuales el alfabeto se ha quedado pequeño y que requieren de su propia clasificación. Supongo que en algún momento de sus vidas habrán oído hablar del Star Wars turco. ¿noooo? Pues agarrense los machos, que diría mi padre, porque no tiene precio.
Ayer leí por esos interneces mundiales que tito George (Lucas), también conocido como tío Gilito, ha decidido pasar las películas de su saga starwariana a 3D y que las empezará a re-re-re-estrenar en el 2012. No se para qué, si ya sabemos que ese año será el fin del mundo que para algo lo predijeron los mayas. La gallina de los huevos de oro seguirá explotada un poquito más, y Lucas habrá dado otro pasito más hacia ese infierno donde espero conviva con abogados, telepredicadores, presentadores de teletienda, la Esteban y los políticos. Y lo peor, peor, peor de todo esto. Que sé a ciencia cierta que acabaré yendo a verlas, pero sólo la original, la auténtica.
Todo esto además me lleva a algo que hace tiempo quería comentar. Ya saben que hay categorías y categorías de películas, en función sobre todo del presupuesto pecuniario de las mismas. Las hay de categoría A con estrellas y mucha pasta. Luego las de serie B que no es que sean peores (muchas veces son mejores que las A) sino que cuentan con menos medios y así sucesivamente, hasta llegar a la serie Z donde podríamos incluir a esas películas cutres pero con encanto, como las de la Troma, por poner un ejemplo.
Pero, claro, hay cosillas (casi que me niego a llamarlas películas) inclasificables, para las cuales el alfabeto se ha quedado pequeño y que requieren de su propia clasificación. Supongo que en algún momento de sus vidas habrán oído hablar del Star Wars turco. ¿noooo? Pues agarrense los machos, que diría mi padre, porque no tiene precio.
Una mezcla no original para que vean lo justito (por su salud mental)
En realidad, vamos a ser un poco justos. La película se llama El hombre que salva la Tierra y es de 1982, que se ha convertido en una especie de film de culto freak y conocida por el sobrenombre de Star Wars turco por reutilizar escenas de la saga de Lucas (en concreto de la original Star Wars) sin ningún tipo de pudor, junto con la música de bandas sonoras de la propia Star Wars, En busca del arca perdida o Flash Gordon. Y con escenas de artes marciales que, como dicen por ahí, dignas del mejor Power Ranger. Una auténtica locura que sólo los más valientes podrán ver íntegramente. ¿Te animas? Pues aquí puedes hacerlo bajo riesgo de tu propia salud mental.
Para que se reanimen un poco...