"La violencia es el último recurso del incompetente". Salvor Hardin. Fundación.
Cuando allá por los años cuarenta del pasado siglo Isaac Asimov comenzó a escribir los relatos que darían origen a la serie de Fundación, poco podía imaginar la influencia y categoría que adquiriría con el tiempo.
En 1951, Asimov publicó Fundación un novela compuesta por cinco relatos. Cuatro de ellos ya los había publicado entre 1942 y 1944 en la revista Astounding aunque con un nombre distinto al que, posteriormente, les dió en el libro. En él nos encontramos a varios miles de años en el futuro, con un Imperio Galáctico en su cénit controlado desde Trántor, el planeta-capital, que es en esencia una megaciudad que abarca toda su superficie. Hari Seldon es el creador de la psicohistoria, ciencia a través de la cual predice que el Imperio se halla en decadencia y su desaparición en breve supondrá treinta mil años de caos y oscuridad para la humanidad. Su solución pasa por crear una pequeña colonia, la Fundación, que preservará el conocimiento y reducirá la crisis a mil años hasta la creación del Segundo Imperio Galáctico.
Trántor, la capital del Imperio Galáctico. Fuente
En los años siguientes, Asimov dió a conocer Fundación e Imperio (1952) y Segunda Fundación (1953), en los cuales la Fundación se enfrenta a los estertores del Imperio Galáctico y a su supervivencia en un entorno, primero hostil, y luego de control absoluto y comprobamos que los planes de Hari Seldon no consistían en lo que conocíamos hasta la fecha. Estos tres libros conforman la clásica Trilogía de la Fundación, también denominado el Ciclo de Trántor, y fue galardonada en 1966 con el Premio Hugo como la mejor serie de ciencia ficción de todos los tiempos.
Posteriormente, ya en la década de los ochenta y a pesar de resistirse durante bastante tiempo, Asimov escribió dos nuevos libros, Los límites de la Fundación (1982) y Fundación y Tierra (1983), que avanzaban en la historia, intentando su conclusión y enlazándola con la Saga de los Robots de una manera que no satisfizo a todo el mundo. Asimismo, publicó dos precuelas, Preludio a la Fundación (1988) y Hacia la Fundación (1993), ésta última ya de manera póstuma, en la que un joven Hari Seldon esboza la psicohistoria al tiempo que trabaja en las dependencias imperiales. De esta manera, se puede considerar que la serie abarcó prácticamente toda su vida como escritor, desde los comienzos en los años cuarenta hasta su fallecimiento.
Aunque constituya una serie de novelas de ciencia ficción, Fundación tiene claras influencias históricas ya que Asimov se inspiró en la obra Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano de Gibbon para narrar la del Imperio Galáctico. Así que imagínense el interés que podía despertar en mí a los quince o dieciseis años alguien que escribía sobre predicciones en la historia cercana a través de la mezcla de matemáticas y psicología y en clave de ciencia ficción, todas las papeletas para engancharme vamos. Por otro lado, la serie se encuentra en un terreno intermedio entre la ciencia ficción dura y la space opera, y es que Asimov intentó combinar el rigor científico del que enseñaba en la Universidad con la imaginación y el entretenimiento, de manera que cualquiera pudiese comprender lo que explicaba sin llegar a perder la emoción. Un hecho que siempre me gustó era la inclusión, al comienzo de los capítulos y en algunos casos al final, de citas de la ficticia Enciclopedia Galáctica, en la que se compendia todo el saber humano hasta la fecha. Y, encima, escrito de una manera bastante amena, jugando con la historia, la política, la psicología, la religión, todo ello con la ciencia ficción y el futuro como trasfondo.
Para los más curiosos e interesados en leer algún día los libros comentar que, paralelamente a esta serie, Asimov fue publicando dos ciclos o series más que se entrelazan con los de la Fundación: la serie de los Robots (compuesto por Yo, robot, Las bóvedas de acero, El sol desnudo, Los robots del amanecer y Robots e Imperio) y la serie del Imperio Galáctico (En la arena estelar, Las corrientes del espacio y Un guijarro en el cielo) que no hacen sino enriquecer y engancharte aún más a toda la creación de Asimov. Aunque, personalmente, yo me quedo con la trilogía original. Un clásico que todo amante de la ciencia ficción debe leer.
Y ahora una poca de música.