Mi trabajo se ha convertido en un nido de rumores. Bueno, como casi todos los trabajos porque ya sabemos que basta que pase cualquier cosa, por insignificante que sea, para que comiencen las conversaciones soto voce, en corrillos y con un aspecto de estar tramando la Tercera Guerra Mundial o la venida del Terminator. Eso lo único que significa es que soy consciente de ello y que ya estoy plenamente integrado, y a pesar de mi exilio, porque el servicio al que pertenezco está en la última planta del edificio, ese ático donde en verano te achicharras, mientras yo disfruto de un destierro voluntario en la planta baja. Ainsss, y yo que pensaba que me hallaba cual superhéroe ajeno a todo eso en mi fortaleza de la soledad...
A lo que iba. Pues eso, rumores por todos los lados. La noticia bomba fue que mi jefe se mandó a mudar. De la noche a la mañana. Por razones personales. Yo diría aún más, sentimentales. Así que ha puesto mar por medio y se ha ido a la isla de enfrente, de donde es aunque llevaba aquí bastantes años. La cosa ha sido sorprendente porque nadie sabía nada y menos aún se lo esperaban. Así que esta semana ya no ha aparecido por el trabajo, se había pedido una comisión de servicios y ¡hala! a otra cosa. Yo me vine a enterar el martes cuando preparándome el cafe de primera hora de la mañana se me acercó una compañera y me lo dijo casi en un susurro, como si me estuviese pasando el ingrediente secreto de la Coca Cola. Y en esas estamos desde entonces.
Y en cuanto a lo del concurso de traslados pues parece que saldrá a mediados de mayo aunque he estado hablando con una compañera y me he tranquilizado un poco. En principio nuestra categoría estará relativamente tranquila y no se preveen cambios sustanciales; además, me dijo que se guardaba un as en la manga en el caso de que el único que podría fastidiarme y pedir mi plaza decidiese hacerlo. Otra cosa es la categoría superior, ahí sí que habrá marejada. Pero no creo que afecte a mi jefe.
A lo que iba. Pues eso, rumores por todos los lados. La noticia bomba fue que mi jefe se mandó a mudar. De la noche a la mañana. Por razones personales. Yo diría aún más, sentimentales. Así que ha puesto mar por medio y se ha ido a la isla de enfrente, de donde es aunque llevaba aquí bastantes años. La cosa ha sido sorprendente porque nadie sabía nada y menos aún se lo esperaban. Así que esta semana ya no ha aparecido por el trabajo, se había pedido una comisión de servicios y ¡hala! a otra cosa. Yo me vine a enterar el martes cuando preparándome el cafe de primera hora de la mañana se me acercó una compañera y me lo dijo casi en un susurro, como si me estuviese pasando el ingrediente secreto de la Coca Cola. Y en esas estamos desde entonces.
Y en cuanto a lo del concurso de traslados pues parece que saldrá a mediados de mayo aunque he estado hablando con una compañera y me he tranquilizado un poco. En principio nuestra categoría estará relativamente tranquila y no se preveen cambios sustanciales; además, me dijo que se guardaba un as en la manga en el caso de que el único que podría fastidiarme y pedir mi plaza decidiese hacerlo. Otra cosa es la categoría superior, ahí sí que habrá marejada. Pero no creo que afecte a mi jefe.
Y ahora, un poquito de psicodelia setentera...