Two much

Cuando hace casi cuatro años se aprobó la ley, (casi) todo el mundo de nuestro entorno empezó a preguntar y a preguntar, como si fuese una imposición tener que cumplir las leyes. Vale, que sí, que hay que cumplirlas pero no todas son obligatorio cumplimiento.

Para dejar las cosas bien claras, la persona que tenía en sus manos el poder ejecutivo decidió que debía presentar una solicitud en regla y que, sólo entonces, ya se vería si el expediente proseguía su curso. Uno, que por esa época ya era personal laboral, presentó un escrito con ruegos, caídita de ojos y voz todo lo melosa que pudo, sugiriendo incluso el pago en especie a cambio de la decisión (sí, ya se que es cohecho pero hay que probarlo todo). El poder ejecutivo aceptó a trámite la propuesta peeeeero, como siempre que sucede en estos casos, el solicitante ya no supo más del escrito, si había sido presentado en tiempo y forma, qué plazos había para la resolución, cuándo se tomaría la decisión, etc.

Hace unos siete meses el aspirante recibió en persona una propuesta del poder ejecutivo para que la solicitud se hiciese efectiva al cabo de un año, con la excusa del cumplimiento de un aniversario redondo. ¡Que remedio! Después de tanto tiempo, un año pasaría volando y tampoco es demasiado teniendo en cuenta la capacidad de decisión del poder ejecutivo.

Así que he estado casi dos meses arreglando papeles, firmando como no lo hacía desde la hipoteca, yendo a ferias, viendo locales, haciendo presupuestos, planificando y demás majaderías que lleva anejo el cambio de estado civil. Ah ¿pero no sabías que me caso? Pues hala, ya está dicho. Y si quieres averiguar el día no tienes más que sumar los que quedan en la cuenta atrás de la derecha. Y esto no ha hecho más que empezar...



A continuación, un poco de edulcorante musical. Abstenerse diabéticos, alérgicos a romanticismos y a situaciones acarameladas, etc.