viernes, 29 de julio de 2011

Dicen que te vas...

Cuando este post salga, estaré contando los minutos para salir pitando hacia la Gomera con T.


Parece mentira pero a estas alturas de la vida aún me quedan dos islas por visitar, precisamente las dos más pequeñas: la Gomera y el Hierro. En realidad, hemos intentado ir alguna que otra vez pero los pasajes de avión salen tan caros, o más, que para ir a la Península así que, claro, siempre optas por irte a Madrid, Barcelona o cualquier otra ciudad que compense el viaje y el gasto. Salvo que pilles una oferta, como hicimos esta vez. Binter, la compañía regional, suele sacar de vez en cuando ofertas más que aceptables para volar entre islas y cuando lo hicieron a principios de mayo no me lo pensé dos veces. Elegí el fin de semana que salía más barata y allá que nos lanzamos.

Sólo estaremos el fin de semana; dos días son más que suficientes para una primera aproximación y verla casi al completo. Ahora, si quieres hacer senderismo en el parque nacional o disfrutar algo más de la isla pues habrá que volver más adelante. Por supuesto, pienso sacar fotos y colgarlas en los sitios habituales: en esta su casa, facebook, google+ y lo que se tercie. Avisados están.


miércoles, 27 de julio de 2011

Notas de cine

La semana pasada volvía a casa en el coche cuando puse la Ser esperando oir la tertulia de Hora 25 y en su lugar me encontré un programa en el que se hablaba de cine y música. ¿Pero esto que es? pensé. Como lo pillé empezado no sabía cómo se llamaba pero la forma de realizarlo me sonaba mucho. Un par de días después lo volví a escuchar desde el comienzo y entonces ya me enteré que se llama Notas de cine y que ocupa la franja de 23 a 00 horas de la noche de lunes a viernes (hora peninsular, aquí se emite de 22 a 23) y de 21 a 22 los fines de semana, por los cambios de la programación de verano.

En realidad, es un programa que se lleva emitiendo desde hace bastante tiempo, sólo que en horario de madrugada los fines de semana, y claro a esas horas o está uno por ahí de marcha o en pleno tercer o cuarto sueño por lo que no era extraño que no lo conociese. De todas maneras, era normal que me sonase en parte, el presentador y editor era el mismo del antiguo programa de cine de la Ser Lo que yo te diga, y la estructura en la que se mezcla audios de películas con música, fragmentos de entrevistas, noticias es igual a la de aquel programa, que siempre me pareció bastante original. Es una colaboración entre la cadena Ser y el canal de cine TCM así que no os extrañeis que hablen de ciclos de cine o películas que se están emitiendo en dicho canal. Tiene varias secciones como El libro gordo de la música de cine, Conversaciones en clave de sol, Los cantactores o Mundo banda sonora.

Si estás interesado/a puedes acudir a la parte de los podcasts de la Cadena Ser, aquí para ir más rápido, y escuchar los programas cuando estés haciendo de comer, limpiando o navegando por los interneces. Por ejemplo, en el programa de anoche martes hablan de Bernard Hermann, el músico de Hitchcock, una charla con Emilio Aragón por un documental, de música de la película Los otros de Amenábar y el musical Un americano en Paris. Aquí lo tienes por si quieres probar y escucharlo.


lunes, 25 de julio de 2011

La chica mecánica

En un futuro relativamente cercano, en el siglo XXII, la Tierra se halla asolada por plagas alimenticias y genéticas que han eliminado buena parte de los alimentos y apenas quedan reservas de combustibles fósiles con lo que se ha recurrido a la tracción animal. Los recursos son escasos y, tras un período de contracción y aislamiento, los países vuelven a interconectarse entre sí. A pesar de ello, Tailandia sigue siendo un reino cerrado a los extranjeros, con excepción de unos pocos a los que se permite comerciar, que sobrevive gracias a que conserva un banco de semillas, un auténtico tesoro en esas condiciones. Anderson Lake es uno de dichos extranjeros y, bajo su tapadera de dueño de una fábrica, se esconde un espía comercial a las órdenes de una multinacional en busca de nuevos productos y, sobre todo, localizar el banco de semillas. Con él se entrecruzan las historias de Hock Seng, un tarjeta amarilla (un chino inmigrante que ha escapado a la masacre de Indonesia y prácticamente sin derecho alguno en este país), Emiko, la chica mecánica fabricada en Japón, Jaidee y Kanya, dos oficiales que trabajan para el Ministerio de Medio Ambiente tailandés.


Este es, en síntesis, la historia que nos cuenta La chica mecánica (The windup girl) de Paolo Bacigalupi, un libro que me terminé de leer hace un par de semanas.

Cosas que me han gustado del libro. Lo primero la ambientación, que la historia se desarrolle en Bangkok, en una ciudad y un país, Tailandia, al que generalmente se asocia poco con la ciencia ficción y aún menos es utilizada como escenario para ella. En este sentido, me recuerda algunos libros de Ian McDonald, Brasyl y El río de los dioses ambientados en Brasil y la India respectivamente, por su exotismo, la combinación de un futuro posible con un país y una mentalidad completamente distinta a la occidental, que se sale de las tradicionales historias centradas en ciudades occidentales, o lugares que nos recuerdan a ellas.

Lo segundo, la historia. Sin llegar a ser totalmente novedosa, es verdad que la combinación que hace Bacigalupi de tratantes de negocios, intriga política (que la hay), mercenarios genéticos, ecologismo, militares corruptos y demás temas la hace diferente y atractiva. Por supuesto, todas las historias que en un principio parecen inconexas y sin relación aparente acabarán interconectadas. Y, a pesar de que son más de quinientas páginas, la lectura es cómoda y relativamente fácil, nada compleja y sin descripciones farragosas y eternas. Una escritura limpia, sencilla y que va directa a la acción.

Y en tercer lugar los personajes. Es inevitable empatizar con Emiko, el neoser que da título a la obra, por las complejas y difíciles vicisitudes que vive, pero yo me quedaría con el personaje de Hock Seng, el chino inmigrante que intenta sobrevivir en un país que no es el suyo, que aún recuerda cuando era un importante comerciante en Indonesia y al que el odio xenófobo se lo arrebató todo, incluso la familia. Y, por supuesto, los políticos (ese taimado protector del Reino) y los militares en un constante juego para hacerse con el poder en el país.

Entonces ¿por qué tengo la sensación de que algo no cuadra? Este libro se lo ha llevado todo en premios de literatura de ciencia ficción en el 2010: el Hugo (compartido, eso sí, con China Melvielle), el Nebula, el Locus y el John W. Campbell, vamos que ha arrasado con todos. A mí me ha gustado bastante, he disfrutado con el libro pero aún siendo bueno no me ha parecido perfecto, un libro de esos que con el tiempo se convertirán en clásicos y menos para llevarse todos los premios, alguno tal vez pero ¿todos? Una de dos: o me estoy convirtiendo en demasiado exigente o eso habla en demérito de la ciencia ficción que en los últimos años, y salvo casos excepcionales, ha sufrido un bajón en la calidad literaria y cuando surge un libro relativamente bueno se lo lleva todo. Y no sabría decir qué es lo que falla porque todo es correcto; tal vez que no se trate de un libro rompedor e innovador, que la narrativa sea más tradicional... Tal vez todo en él sea demasiado correcto y estructurado.

Aún así, creo que es una lectura más que recomendable para esta época del año. Se lee de un tirón y, aunque cueste un poco al comienzo, te engancha hasta el final.


viernes, 22 de julio de 2011

Hasta luego, Garbo

Era un pesado y un dennnso, como le llamaba la amiga que nos lo dio. Pero era nuestro pesado y nuestro denso. Era un tragaldabas y en cuanto entrabas en la cocina por la noche allá que se iba detrás de uno a pedir su golosineo. Pero era nuestro tragaldabas. Y, en el fondo, me encantaba que me persiguiese pidiendo comida porque me hacía de rogar.


Le encantaba subirse encima de uno cuando me tumbaba en el sillón a ver cualquier serie, aunque estuviese recién comido. Le daba igual, por supuesto. Y siempre en busca de cariños y que le rascase las orejas, su predilección. Eso sí, como le hicieses señas para que viniese a hacerte compañía te lanzaba una mirada desdeñosa y pasaba ampliamente de tí.


Echaré de menos chocar mis pies contra él en la cama mientras duermo. Sentirlo al lado mío en la cama o en el sillón sin necesidad de abrir los ojos. Oirlo maullar mientras subo la escalera y meto la llave en la puerta porque sabe que estamos llegando. Verlo en la ventana cotilleando el mundo exterior conocedor que se pone histérico cuando sale a la escalera y no sabe volver. Pillarlo tumbado encima de la vitrocerámica buscando el calorcillo de la mañana. O simplemente llegar a casa y averiguar por dónde anda y encontrármelo en un hueco del armario, debajo de la cama o simplemente estirándose de lo bien que ha dormido. Ha estado enfermo un mes, por culpa de un mal crónico que le hacía más débil ante cualquier enfermedad, y gastó su última vida el martes por la noche.


Han sido tres años estupendos, que hemos disfrutado con él (y espero que él con nosotros). Sí, le echaré mucho de menos. Corrijo, ya lo hago. Y siento que me falta alguien...




Que asco de semana, entre esto y la migraña ha sido para olvidar.

jueves, 14 de julio de 2011

Stewart/Picard

Ayer fue el cumpleaños de Patrick Stewart, mejor conocido como el capitán Jean-Luc Picard o el profesor Xavier.


Setenta y un añazos estupendamente llevados. Y que mejor manera de celebrarlo que con la música de uno de los mejores episodios de Star Trek The Next Generation en el que era el protagonista absoluto: The inner light, compuesta por Jay Chattaway, uno de los músicos habituales de la saga.


miércoles, 13 de julio de 2011

Argumentos (X)

Aragón, pre-Reyes Católicos. Un conde vigila la ventana de su amada mientras un capitán le cuenta a los soldados la historia de ese noble; una hechicera embrujó a su hermano haciéndole débil y enfermizo por lo que fue llevada a la hoguera. Ya saben que en esta época no se andaban con remilgos y por una caídita de ojos en el lugar equivocado podías acabar más churruscado que Julio Iglesias. Antes de morir, la bruja, que tampoco se corta un pelo, pide a su hija que la vengue y ésta rapta al hermano del conde. En la hoguera de la bruja aparecen los huesos de un niño pero el padre no se cree que haya muerto y le pide a su hijo, el conde actual, que encuentre a su hermano. Mientras tanto, averiguamos que la amada del conde pasa de él, porque está enamorada de un misterioso cantante (sí, queridos míos, ya en esta época tenían sus fanes) y cuando está en un jardín confunde a su amado, los cuales se retan entre ellos por la chica de la ópera.

Cambiamos de escena. Ahora estamos en el campo, rodeado de gente errante que tiene mala fama (es que si digo gitanos ya sabéis de qué ópera hablo, si no lo han adivinado ya). La hija de la bruja está con su hijo que no es otro que el cantante; sí, todos tenemos un pasado y una familia que ocultar y aquí no vamos a ser menos. En un momento de debilidad, ella confiesa así como entre dientes que, en un momento de locura, cuando intentó quemar al hijo del conde como venganza tiró a su propio hijo a las llamas. Tachánnnnn, momento drama drama. Y el cantante entiende para sí que es el hijo del conde y por eso no pudo matar en el duelo a su rival, el conde actual. En estas que viene un mensajero (siempre aparecen en el momento más oportuno, leñe) y le dice que su amada ha decidido meterse en un convento a bordar y hacer repostería porque piensa que está muerto, así que sale en su busca, a pesar de los ruegos de su madre postiza y falsa. El conde también acude al convento con sus soldados a raptar a la chica, a pesar de que ella pasa de él, pero aparece el cantante con la tuna y se la quita delante de sus ojos.

¿Qué? ¿Aún siguen la línea del argumento? Pues no les queda nada. La bruja ha sido detenida por vender bolsos de Gucci falsos por el campamento del conde; encima el capitán del principio de la ópera, el que cuenta la historia, la reconoce como la malvada que secuestró al hermano del conde. Y para rematar, la tonta va y confiesa que es la madre del cantante, vamos, que ha conseguido todas las papeletas para que el conde la ponga a buen recaudo y le deje bien hechita a la barbacue. En el castillo asediado el cantante y la chica retozan y se aman, preparando el bodorrio para traer churumbeles al mundo; pero viene un compañero del cantante y le informa que han capturado su madre, y pese a que ella hace todo lo posible para que no vaya (se ve que no se llevaba bien con la suegra, como siempre) él se larga para ir a rescatarla y es que ella nunca podrá competir con los guisos de la mamma.

Obviamente, el cantante es capturado por el conde pero la chica acude en su ayuda y le implora que le deje libre a cambio de ser suya (que es lo que el conde quiere, su cuerpo). Pero la muy taimada se toma un veneno porque eso de tener sexo con otro que no sea su amante como que no, hay gente pa'tó. El cantante y su madre está en una celda cuando llega la chica para decirle que se largue, que ha encontrado un partido mejor (ya sabemos que es mentira); él dice que nones y ella muere por el veneno. El conde entra y, al ver que le han puesto los cuernos por enésima vez, se coge un mosqueo y manda que ejecuten al cantante. Cuando eso sucede, la bruja, nunca mejor dicho, le confiesa que ha matado a su hermano. Vendetta cumplida, muahahahaha.

Este argumento tan enrevesado es el de Il trovatore, ópera cuya música compuso Verdi y que, junto con Rigoletto y La traviatta, se considera el paso definitivo en la consagración del compositor.


Desde que se estrenó tuvo un gran éxito y ha sido representada en multitud de ocasiones. Aunque parece enrevesada y liosa, y lo es aunque menos que otras, si se escucha completa (y si es posible en directo, mejor) el argumento va desfilando sin ningún problema. Los personajes y sus intereses están perfectamente definidos, y aunque uno pueda sentir afinidad con el protagonista, Manrico el trovador, no me resisto a sentir algo por el Conde de Luna, el supuesto villano de la función, y que, en realidad, se halla sobrepasado por las circunstancias: el juramento hecho a su padre de encontrar a su hermano, la búsqueda infructuosa de éste, que su rival en la batalla también lo sea en el amor, y que dicho amor no sea correspondido. En todo caso, si hay algún villano en esta ópera sería Azucena, la zíngara, que por cumplir la venganza prometida a su madre quemada en la hoguera, deja morir a su "hijo" adoptivo al que ha criado todos esos años.

Il trovatore tiene muchos números conocidos, desde el mismo comienzo hasta el más popular de todos, el coro de los gitanos. Además, necesita un reparto completito (bajo, barítono, tenor, soprano y mezzo) que tienen algunos pasajes complicados; y es que Verdi no se andaba con chiquitas. Y si has llegado hasta aquí es justo que te ponga algunos de estos pasajes.

La obertura y el comienzo, cuando Ferrando cuenta la historia del conde.




El final del primer acto, donde el trío protagonista se encuentra de manera algo violenta.




El aria de Azucena en el que plasma sus ansias de venganza. Previamente el archiconocido coro de gitanos.




Después del aria de Leonora, el Miserere es una escena entre el coro, ella y Manrico que está fuera de escena. Impresionante.




Totalmente recomendable y que debe verse o, al menos, escucharse. De todas maneras, yo cada vez que veo u oigo algo de Il trovatore se me va la memoria a Una noche en la ópera, (la misma del camarote, la parte contratante, y la de "y dos huevos duros") y cómo los hermanos Marx hacían la puñeta a Roberto Lasparri (no me dejan insertar el vídeo así que dejo el enlace) para ayudar a dos enamorados cantantes de ópera. Y es que con ellos cualquier ópera es de lo más impredecible.



martes, 12 de julio de 2011

Estella en cola

Disfrutar de la playa un domingo con tu marido y un buen amigo no tiene precio. Comprobar a las ocho de la tarde que para volver a casa que te vas a gozar un atasco de coches de campeonato y vas a llegar a las tantas tiene menos precio aún. Pero lo que ya es impagable es que tu amigo se ponga en plan Estella Reynolds hablando con los conductores que circulaban en el carril de al lado, en especial a los varones que iban solos: "Paco, rescátame de esta vida sin futuro y de este coche que va hacia ninguna parte mientras mi juventud se marchita sin remedio". En especial con uno (del que tengo memorizada la matrícula) con el que teníamos el jueguecito de mirar cada vez que nos adelantaba, o le adelantábamos, en nuestros carriles. Y para los más cotillas, sí, diré que nos saludó con la mano cuando se desvió para su destino a mitad de camino. Paco, qué feliz hiciste a mi amigo.


sábado, 9 de julio de 2011

Música (XVIII)

No soy mucho de música de cámara pero hay obras que son simplemente fantásticas. Y el quinteto "La trucha" de Schubert es una de ellas. Junto con el cuarteto "La muerte y la doncella" también de Schubert (y que caerá otro día) son dos de las pocas obras de cámara que me gustan muy mucho. Aquí va el comienzo de "La trucha" por si a alguien le pica la curiosidad.



viernes, 8 de julio de 2011

Patrimonio de alto riesgo

Ayer saltaba la noticia a la prensa. Había desaparecido el Códice Calixtino de la Catedral de Santiago de Compostela, un manuscrito iluminado del siglo XII que es una de las joyas medievales de este país. Sorprende no tanto el hecho del hurto, que se producen con mucha frecuencia en este país, sino dónde se realizó y el objeto del mismo, una joya literaria, histórica y artística que no tiene valor.


En realidad, conociendo cómo de bien conservado, cuidado y vigilado se halla nuestro patrimonio lo que llama la atención es que este tipo de actuaciones no se prodiguen más. Y no es por ser alarmista pero es así. Es verdad que en los últimos años se ha avanzado bastante pero no lo suficiente; un descuido, confianza ciega en personas, falta de recursos principalmente económicos provocan que cualquiera que tenga unos mínimos medios se haga con abundante material protegido. Aún recuerdo ir a investigar hace algunos años a cierto archivo de cierta catedral donde para consultar los libros del siglo XVI o XVII te ponían en una mesa pequeña ubicada en un pasillo por el que pasaban los visitantes del museo sin ningún tipo de vigilancia (situación que ha mejorado notablemente).

Vivimos en un país que tiene un patrimonio cultural de gran riqueza. Digo cultural porque no se trata únicamente de patrimonio artístico, ya sea arquitectónico, escultórico o pictórico, y que suele ser lo más conocido por llamativo o por más publicitado. También tenemos un patrimonio natural, documental y cultural en sus más diversas acepciones (fiestas, gastronomía, etc) que en nada debería envidiar a la gran mayoría de países. Y no somos conscientes de ello y así nos va. No lo cuidamos ni lo protegemos ni lo mantenemos en las condiciones más idóneas; y ya no es que no le prestemos atención que se merecen, es que encima lo maltratamos. Cuando estaba haciendo los cursos de doctorado, siglos ha, hice uno sobre la evolución del paisaje en esta isla desde que fueron incorporadas a la Corona de Castilla; el profesor que lo dio había hecho su tesis utilizando para ello la documentación existente (notarial, inquisitorial, judicial, etc) y comentaba cómo algún investigador canadiense se había asombrado de que hubiese podido hacerlo en plazo tan grande (quinientos años) porque él no había podido pasar de ciento cincuenta años atrás. Y eso gracias a la conservación de ese patrimonio documental.

Y no voy a entrar en el debate sobre el patrimonio que conserva la Iglesia porque mi opinión es que, al ser patrimonio nacional, debería estar en manos del Estado. En su totalidad. Pero eso no sucederá porque no le damos importancia o no quieren que se la demos. Luego vendrán las lamentaciones cuando ya no haya remedio. Como siempre.


jueves, 7 de julio de 2011

En plan Morfeo

Anoche estaba en plena duda existencial: ponerme a ver una película de la saga Star Trek, de la tripulación original, o irme a la cama temprano. Obviamente, no hace falta decir que ganó la cama (últimamente, mis frikadas y aficiones se rinden literalmente ante ella). Cogí el libro que me estoy leyendo, me planté en la cama y, al rato, ya estaba en brazos de Morfeo. Aún tengo el mono de las películas trekkies, hace tiempo que no les echo una revisualizada y algo habrá que hacer. Así que para ir matando el gusanillo, ahí les dejo una de mis escenas favoritas de la tercera película con la música de un entonces espléndido James Horner.


miércoles, 6 de julio de 2011

Parte de estado

Llevo unos días perraco y eso se está notando en el blog, que lo tengo medio abandonado, el pobre. Bueno, más que unos días llevo así casi un par de semanas. La vuelta de Madrid me dejó cansado y la semana pasada me dediqué a vegetar por las tardes. Cada día me cuesta un mundo levantarme y madrugar para ir al gimnasio, así que he optado por ir sólo tres días a la semana y descansar los otros dos. En realidad, de lo que tengo ganas son de vacaciones, de dormir hasta cuando no pueda más (sabiendo que eso no será más allá de las nueve de la mañana, como si lo viera venir), de ir a la playa con un par de libros y botarme cual croqueta, de haraganear en casa...

Encima nos han chafado un poco el verano porque el viernes pasado llamaron a T. para trabajar estos tres meses cubriendo una baja y vacaciones en una Administración de estas de aquí. Así que no habrá viaje a Barcelona en septiembre, maldición. A ver si para algún puente futuro o Navidades.

Y, para colmo, tengo al jefe de la casa malo desde hace casi un mes. El pobre estaba apagado y casi no comía ni ejercía sus labores de jefatura, es decir, plantarse encima tuya, darte el coñazo constantemente y despertarte de madrugada en sus paseos noctámbulos. Lo llevamos al médico y le detectaron fiebre y un poco de anemia; un jarabe durante una semana después seguía igual, así que pasó a la segunda fase: corticoides. Ahí sí que se empezó a recuperarse, más activo, come algo más pero sigue sin ser él al 100% así que el viernes le llevaré de nuevo. Es posible que haya que ponerle un tratamiento más largo. Y más caro, todo hay que decir. Me jode mucho verlo cuando lo llevamos a que le saquen sangre, se queja con la boca pequeña como diciendo "cabrones, que sólo quiero dominar el mundo, dejadme tranquilo", y creo que el pinchazo me duele más a mí que a él. Y no vean lo que cuesta meter al jodío en el transportín, una lucha a muerte.

A veces me gustaría ser una tostadora...


viernes, 1 de julio de 2011

Las series son para el verano

Hoy empieza oficialmente el verano. Al menos para un servidor. Primero de julio, comienza la jornada reducida en el trabajo, cobrada la paga de verano, las rebajas y han terminado, en algunos casos desde hace varias semanas, las series que han durado todo el curso. Así que durante los próximos dos meses y medio será cuestión de relajarse, aprovechar las tardes en terracitas al sol, en ir a la playa a atiborrarse de vitamina D y sestear o vaguear poniéndose al día viendo series.

El verano es un buen momento para actualizar el disco duro en cuanto a las series. En los últimos años, la calidad de las series veraniegas ha aumentado pero, este año, hay pocas novedades, al menos de mi interés y gusto. Este es el planning para julio y agosto.

Falling skies, la serie producida por Steven Spielberg, cubre la cuota de ciencia ficción del verano. Sólo he podido ver el primer episodio y no estaba mal; me gustó la manera en que se ahorraron los detalles de cómo empezó todo entrando directamente a la acción. Pero veremos cómo continua porque puede deparar sorpresas. De todas maneras, como no cubra las expectativas pasaré de ella y me entregaré de lleno a las siete temporadas de Star Trek Voyager, la única del mundo trekkie que me falta por ver y que aún están en lista de espera.


La cuota policíaca estará salvada por dos retornos. El primero es la segunda temporada de Luther. ¿Qué no sabes de qué va? Pues ya lo conté el año pasado y sólo diré que me gustó bastante y se merece que le dedique todo mi tiempo para verla. Eso sí, como sólo van por el tercer episodio de esta temporada esperaré a tenerla completa porque intuyo que la veré en pequeñas maratones sin querer esperar al siguiente. Tengo ganas de ver a Alice, la auténtica revelación de la serie, y comprobar como Luther va a salir de sus apuros.


El segundo retorno es The closer, la serie de la jefa Brenda Johnson, que comenzará su séptima y última temporada. Pienso disfrutarla muy mucho, más sabiendo que se acaba, aunque será una temporada rara porque la dividirán en tres partes que se prolongará durante un año, hasta el verano que viene. No hace falta decir por qué me gusta, también lo comenté hace un tiempo. Pero aquí sí que la veré según la vayan emitiendo, no podría esperar a que emitan todos los episodios de la primera tanda.



En vista de que este verano no hay estrenos apasionantes o que me llamen la atención (que haberlos haylos, como siempre, y si no miren como vuelven este verano True Blood, Weeds, The Big C, Breaking Bad, Entourage ...), he decidido ponerme al día con algunas series que recomiendan mucho por las redes de Internet. La primera es Community, de la que he visto los primeros episodios y promete bastante (ya ya, algunos ya la han visto y la ponen muy bien); de ella ya hay dos temporadas así que es perfecta para ver en minimaratones aprovechando que sólo dura media hora. Otra opción es ponerse con la segunda temporada de The good wife. Terminamos con la primera en un plis plas (sí, logré que T. también se enganchase a ella) y ahora continuaremos con las aventuras y desventuras judiciales de Julianna Margulies como Alicia Florrick.

Y, por último, quiero ponerme en serio con A dos metros bajo tierra. Pillé las cinco temporadas en un pack a buen precio a comienzos de año y aún no le he hincado el diente. Creo que ya va siendo hora de subsanar esta grave falta.


Bueno, seguramente caerá alguna más, ya saben que en verano hay mucho tiempo disponible. Eso dicen. Porque estoy convencido, totalmente seguro, que estos dos meses y pico se me van a pasar en un santiamén. Y si no ya les contaré cuánto de lo dicho habré visto realmente. Que la vida social también quita mucho tiempo.