Disfrutar de la playa un domingo con tu marido y un buen amigo no tiene precio. Comprobar a las ocho de la tarde que para volver a casa que te vas a gozar un atasco de coches de campeonato y vas a llegar a las tantas tiene menos precio aún. Pero lo que ya es impagable es que tu amigo se ponga en plan Estella Reynolds hablando con los conductores que circulaban en el carril de al lado, en especial a los varones que iban solos: "Paco, rescátame de esta vida sin futuro y de este coche que va hacia ninguna parte mientras mi juventud se marchita sin remedio". En especial con uno (del que tengo memorizada la matrícula) con el que teníamos el jueguecito de mirar cada vez que nos adelantaba, o le adelantábamos, en nuestros carriles. Y para los más cotillas, sí, diré que nos saludó con la mano cuando se desvió para su destino a mitad de camino. Paco, qué feliz hiciste a mi amigo.
2 comentarios:
Encantóme, yo no me hubiera atrevido a saludar desconocidos guapos-
Eleuterio, ni yo, pero este amigo es un cachondo y no tiene verguenza maldita.
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