En un futuro relativamente cercano, en el siglo XXII, la Tierra se halla asolada por plagas alimenticias y genéticas que han eliminado buena parte de los alimentos y apenas quedan reservas de combustibles fósiles con lo que se ha recurrido a la tracción animal. Los recursos son escasos y, tras un período de contracción y aislamiento, los países vuelven a interconectarse entre sí. A pesar de ello, Tailandia sigue siendo un reino cerrado a los extranjeros, con excepción de unos pocos a los que se permite comerciar, que sobrevive gracias a que conserva un banco de semillas, un auténtico tesoro en esas condiciones. Anderson Lake es uno de dichos extranjeros y, bajo su tapadera de dueño de una fábrica, se esconde un espía comercial a las órdenes de una multinacional en busca de nuevos productos y, sobre todo, localizar el banco de semillas. Con él se entrecruzan las historias de Hock Seng, un tarjeta amarilla (un chino inmigrante que ha escapado a la masacre de Indonesia y prácticamente sin derecho alguno en este país), Emiko, la chica mecánica fabricada en Japón, Jaidee y Kanya, dos oficiales que trabajan para el Ministerio de Medio Ambiente tailandés.
Este es, en síntesis, la historia que nos cuenta La chica mecánica (The windup girl) de Paolo Bacigalupi, un libro que me terminé de leer hace un par de semanas.
Cosas que me han gustado del libro. Lo primero la ambientación, que la historia se desarrolle en Bangkok, en una ciudad y un país, Tailandia, al que generalmente se asocia poco con la ciencia ficción y aún menos es utilizada como escenario para ella. En este sentido, me recuerda algunos libros de Ian McDonald, Brasyl y El río de los dioses ambientados en Brasil y la India respectivamente, por su exotismo, la combinación de un futuro posible con un país y una mentalidad completamente distinta a la occidental, que se sale de las tradicionales historias centradas en ciudades occidentales, o lugares que nos recuerdan a ellas.
Lo segundo, la historia. Sin llegar a ser totalmente novedosa, es verdad que la combinación que hace Bacigalupi de tratantes de negocios, intriga política (que la hay), mercenarios genéticos, ecologismo, militares corruptos y demás temas la hace diferente y atractiva. Por supuesto, todas las historias que en un principio parecen inconexas y sin relación aparente acabarán interconectadas. Y, a pesar de que son más de quinientas páginas, la lectura es cómoda y relativamente fácil, nada compleja y sin descripciones farragosas y eternas. Una escritura limpia, sencilla y que va directa a la acción.
Y en tercer lugar los personajes. Es inevitable empatizar con Emiko, el neoser que da título a la obra, por las complejas y difíciles vicisitudes que vive, pero yo me quedaría con el personaje de Hock Seng, el chino inmigrante que intenta sobrevivir en un país que no es el suyo, que aún recuerda cuando era un importante comerciante en Indonesia y al que el odio xenófobo se lo arrebató todo, incluso la familia. Y, por supuesto, los políticos (ese taimado protector del Reino) y los militares en un constante juego para hacerse con el poder en el país.
Entonces ¿por qué tengo la sensación de que algo no cuadra? Este libro se lo ha llevado todo en premios de literatura de ciencia ficción en el 2010: el Hugo (compartido, eso sí, con China Melvielle), el Nebula, el Locus y el John W. Campbell, vamos que ha arrasado con todos. A mí me ha gustado bastante, he disfrutado con el libro pero aún siendo bueno no me ha parecido perfecto, un libro de esos que con el tiempo se convertirán en clásicos y menos para llevarse todos los premios, alguno tal vez pero ¿todos? Una de dos: o me estoy convirtiendo en demasiado exigente o eso habla en demérito de la ciencia ficción que en los últimos años, y salvo casos excepcionales, ha sufrido un bajón en la calidad literaria y cuando surge un libro relativamente bueno se lo lleva todo. Y no sabría decir qué es lo que falla porque todo es correcto; tal vez que no se trate de un libro rompedor e innovador, que la narrativa sea más tradicional... Tal vez todo en él sea demasiado correcto y estructurado.
Aún así, creo que es una lectura más que recomendable para esta época del año. Se lee de un tirón y, aunque cueste un poco al comienzo, te engancha hasta el final.
Este es, en síntesis, la historia que nos cuenta La chica mecánica (The windup girl) de Paolo Bacigalupi, un libro que me terminé de leer hace un par de semanas.
Cosas que me han gustado del libro. Lo primero la ambientación, que la historia se desarrolle en Bangkok, en una ciudad y un país, Tailandia, al que generalmente se asocia poco con la ciencia ficción y aún menos es utilizada como escenario para ella. En este sentido, me recuerda algunos libros de Ian McDonald, Brasyl y El río de los dioses ambientados en Brasil y la India respectivamente, por su exotismo, la combinación de un futuro posible con un país y una mentalidad completamente distinta a la occidental, que se sale de las tradicionales historias centradas en ciudades occidentales, o lugares que nos recuerdan a ellas.
Lo segundo, la historia. Sin llegar a ser totalmente novedosa, es verdad que la combinación que hace Bacigalupi de tratantes de negocios, intriga política (que la hay), mercenarios genéticos, ecologismo, militares corruptos y demás temas la hace diferente y atractiva. Por supuesto, todas las historias que en un principio parecen inconexas y sin relación aparente acabarán interconectadas. Y, a pesar de que son más de quinientas páginas, la lectura es cómoda y relativamente fácil, nada compleja y sin descripciones farragosas y eternas. Una escritura limpia, sencilla y que va directa a la acción.
Y en tercer lugar los personajes. Es inevitable empatizar con Emiko, el neoser que da título a la obra, por las complejas y difíciles vicisitudes que vive, pero yo me quedaría con el personaje de Hock Seng, el chino inmigrante que intenta sobrevivir en un país que no es el suyo, que aún recuerda cuando era un importante comerciante en Indonesia y al que el odio xenófobo se lo arrebató todo, incluso la familia. Y, por supuesto, los políticos (ese taimado protector del Reino) y los militares en un constante juego para hacerse con el poder en el país.
Entonces ¿por qué tengo la sensación de que algo no cuadra? Este libro se lo ha llevado todo en premios de literatura de ciencia ficción en el 2010: el Hugo (compartido, eso sí, con China Melvielle), el Nebula, el Locus y el John W. Campbell, vamos que ha arrasado con todos. A mí me ha gustado bastante, he disfrutado con el libro pero aún siendo bueno no me ha parecido perfecto, un libro de esos que con el tiempo se convertirán en clásicos y menos para llevarse todos los premios, alguno tal vez pero ¿todos? Una de dos: o me estoy convirtiendo en demasiado exigente o eso habla en demérito de la ciencia ficción que en los últimos años, y salvo casos excepcionales, ha sufrido un bajón en la calidad literaria y cuando surge un libro relativamente bueno se lo lleva todo. Y no sabría decir qué es lo que falla porque todo es correcto; tal vez que no se trate de un libro rompedor e innovador, que la narrativa sea más tradicional... Tal vez todo en él sea demasiado correcto y estructurado.
Aún así, creo que es una lectura más que recomendable para esta época del año. Se lee de un tirón y, aunque cueste un poco al comienzo, te engancha hasta el final.
2 comentarios:
Lectura de playa. Me lo apunto.
Ooops, esa es la frase. Más que lectura de playa, lectura de vacaciones.
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