sábado, 30 de noviembre de 2013

Música (CXLII)




Y por si alguien está interesado en escuchar las 16 danzas eslavas al completo, pues aquí las tienen. Que las disfruten

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Destripando... El juego de Ender

En un futuro relativamente cercano la Tierra es atacada por una raza de alienígenas, denominados insectores, que es rechazada en el último momento por un héroe. Cincuenta años más tarde, Andrew Ender Wiggin, un niño prodigio de seis años, es reclutado y enviado a la Estación de Batalla, una estación espacial utilizada como escuela de entrenamiento donde, con otros niños, es adiestrado en las técnicas de batalla espacial con el objetivo de derrotar a los insectores en una más que probable nueva invasión.



El juego de Ender está basada en una novela homónima de Orson Scott Gard por la cual ganó los premios más prestigiosos de la literatura de la ciencia ficción: el Hugo y el Nébula. Hasta hace bien poco se tenía por hecho que esta novela difícilmente podría llevarse al cine por dos motivos fundamentales: uno es la parte técnica ya que describe actos, aprendizajes y batallas que requerían ciertos avances técnicos que hasta ahora constituían una piedra en el camino; otra es la parte psicológica ya que el relato se centra, en gran medida, en los pensamientos y sentimientos de Ender sobre todo lo que le acontece, tanto en la Estación de Batalla como en las relaciones con sus hermanos. Quedaba claro que la primera se solucionaría con el tiempo, como así ha sido, pero la segunda suponía el reto más duro de cumplir.

Es indudable que cuando uno lee un libro y luego lo plasman en la gran pantalla puede suceder dos cosas: lo más inusual es que sea bastante fiel al original, salvando la distancia de la diferencia de lenguaje (escrito y visual) o lo más habitual, que despedacen la fuente original, lo mastiquen y escupan un producto completamente distinto al que habíamos ideado en nuestra cabeza tras leer el libro. En esencia, El juego de Ender es fiel a la novela, y digo en esencia porque la adaptación, sin llegar a ser una maravilla, cumple relativamente sus objetivos que son la de un producto de entretenimiento y palomitero. Otra cosa es que esté de acuerdo con el vehículo utilizado, el cine, para plasmar la historia de Ender porque la obra es muy compleja y necesita más de dos horas para narrar la historia. Y eso se nota al percibir que han metido la tijera y que algunas cuestiones, como la evolución de Ender en la Estación de Batalla o la historia de la relación de Ender con sus dos hermanos, han quedado diluidas o desaparecidas por completo.


La sensación que me ha dejado la película es que me ha entretenido, es un producto más que digno sin grandes agujeros de guión pero que transmite frialdad. Frialdad en las actuaciones y en todo el apartado técnico, que me deja con la duda de si es intencionado por parte del director o, por el contrario, se trata de que los actores no son capaces de transmitir las dudas de Ender y los ataques de sus superiores. Para empezar creo que Asa Butterfield es demasiado mayor para el papel; Ender sólo tiene seis años y precisamente la edad es un handicap en su integración en la Escuela al ser el más pequeño de todos y que contrapone con su inteligencia. Y para mí Harrison Ford no tiene el carisma para transmitir el cinismo y la brutalidad del coronel Graff, podría haber cumplido a la perfección el de Mazer Rackham. Creo que estos dos errores de casting sobre los cuales recae prácticamente todo el peso de la historia impide empatizar con Ender y todo lo que le acontece así como comprender las motivaciones del coronel Graff.


En cambio, la frialdad que señalaba me parece un acierto en el apartado técnico porque incide y nos sumerge en la sensación de una sociedad fría, militarizada y despersonalizada en la cual las personas no cuentan, son sólo instrumentos para conseguir el objetivo final: la derrota de los insectores. Tanto la fotografía como el diseño de producción se dirigen en esa dirección; ambos apartados así como los efectos especiales están muy logrados y  son una auténtica maravilla, se nota el trabajo bien hecho (tanto en la parte de la Estación de Batalla como en la posterior del Centro de Mando) y el dinero que hay detrás. 

Aún con todo lo dicho creo que se trata de una adaptación más que digna y respetuosa con el original, máxime teniendo en cuenta los destrozos que se practican constantemente en estos tiempos. El libro es bastante complicado de adaptar por la carga psicológica que lleva y, si obviamos un poco esta parte, el producto final, tal y como señalaba más atrás, es más que aceptable como entretenimiento.


Por último, en lo que concierne a la banda sonora, ésta ha sido encargo de Steve Jablonsky, un habitual de las cintas de acción y ciencia ficción de los últimos años. Personalmente, cuenta con algunos momentos logrados dándoles un toque militar e, incluso, épico pero le falta un tema definido que nos haga simpatizar o acercarnos a Ender y su mundo. Por otro lado, creo que le falta personalidad, suena a música ya conocida, que se ha compuesto en los últimos años, y no se distingue de otras que podrían ir en el mismo camino. Como música ambiental tiene cortes interesantes pero no aporta nada nuevo ni distinto a lo hecho últimamente.




viernes, 22 de noviembre de 2013

La música del Doctor

Hace ya unos añitos que escribí una entrada sobre la música que, hasta entonces, había compuesto Murray Gold para Doctor Who. Y es que el trabajo que ha realizado este músico para la serie bien se merece una entrada. O dos. O las que hagan falta.

Como decía entonces, y me reafirmo en la actualidad, es algo inusual que las series de televisión cuenten con un score o una banda sonora propiamente dicha, es decir, algo más que un tema principal y una serie de canciones que se incluyen para "ambientar", sobre todo en el caso de series para jóvenes. Es cierto que en los últimos años se le ha prestado más atención, principalmente en aquellos casos donde existe cabe tal posibilidad, bien por la temática de la serie, la forma de la narración, etc., y entonces reseñaba los casos de Lost (cuya banda sonora había compuesto Michael Giacchino) y Battlestar Galactica. A las cuales podría añadir la ya finalizada Fringe (con un score compuesto entre Michael Giacchino y Chris Tilton) o las de Juego de Tronos (de Ramin Djawadi), Downton Abbey y Sherlock entre las que están aún en antena.


Durante toda la etapa moderna, desde 2005, la música de Doctor Who ha sido compuesta por Murray Gold lo que le ha permitido, por un lado, ir evolucionando y cuidando más los temas, la orquestación, los detalles, etc., y, por otro lado, darle una coherencia al conjunto, un imaginario musical donde reconocer el estilo a la primera y saber que estás escuchando al Doctor. Una de las mejores cosas que tiene Gold es su capacidad para sorprender por la diversidad de recursos que utiliza; tan pronto coloca un corte con la orquestación clásica como le sigue uno con guitarras y música electrónica al que continúa otro con el uso de voces y coros. Como señalaba en la entrada de hace tres años, Gold suele recurrir con asiduidad al leitmotiv, es decir, un tema asociado a un personaje o personajes de manera que cada vez que suena el tema o alguna variación ya sabes que alude a dicho personaje. No obstante, también encontramos numerosos cortes de ambientación de escenas o para realzar o destacar la misma.

A partir de aquí vamos a comentar un poco de la música que ha compuesto a partir de la cuarta temporada (ya que fue aquí donde me quedé en la anterior entrada escrita hace algo más de tres años aunque, por desgracia, los cortes de aquella no se pueden escuchar). Cuando se acabaron los especiales con los cuales se despidió Tennant de la serie parecía que sería difícil superar las dos últimas temporadas (la cuarta y los especiales) en los cuales Gold había desplegado todo su arte para darle un adios a la altura que se merecía.





Y he aquí que Murray Gold se reinventa y se saca de la manga todo un nuevo imaginario musical que añadir al precedente. Desde un tema nuevo dedicado al Doctor, que sólo puede ser tildado de magnífico y que será leitmotiv recurrente en las siguientes temporadas, a los temas de Amy y Rory, el de River Song, el de los vampiros venecianos, el dedicado a los ángeles llorones, etc. En esta temporada la aplicación musical es más específica y concreta, colocada para un momento determinado y en los que hay cortes de música ambiental y alocada (como el propio Doctor) y otros en los que se busca explotar la imaginación y la emoción, ya sea la diversión (como en El inquilino) o la vena artística (como en Vincent). Hay mucho donde elegir pero creo que me voy a quedar con un par de ellos.




La música para la sexta temporada se puede decir que es una continuación de la anterior ya que Gold emplea los mismos recursos ya conocidos. Eso no significa caer en la rutina porque es como si el compositor tuviese una fuente inagotable para idear temas (como el vals de River) y reversionar alguno ya existente. Desde el comienzo con el episodio dedicada al viaje a la Luna a otros con claras inspiraciones piráticas o con el miedo infantil como base y que van culminando en los cortes finales en los que se resuelve el hilo conductor de toda esta temporada, los cortes y los temas se suceden alternando los ya conocidos con los nuevos para conseguir emocionarnos más si cabe. Aunque esta temporada puede resultar un poco irregular (a nivel de episodios) sí que deja claro el nivel que ya ha alcanzado Murray Gold.





La séptima temporada tiene dos partes bien diferenciadas en lo que atañen a los temas y la forma de enfocarlos: por un lado, la primera parte en la que aún están Amy y Rory y cuya despedida se enfoca musicalmente con cortes de gran intensidad emocional; por otro lado, la segunda en la que el Doctor se reencuentra con Clara Oswald y se articula en torno ella y su misterio con un nuevo tema que añadir a la colección. Pero no toda la temporada tiene un contenido tan dramático como puede deducirse de la despedida de los Pond. Murray Gold sigue manteniendo el listón muy alto con una enorme variedad de estilos y ambientaciones, entre los cuales podemos destacar el sonido western que aplica al episodio de A town called Mercy por lo novedoso, al cual se puede añadir el sonido pop en el episodio de The bells of Saint John o el cuasioperístico con la utilización de solistas y coro en el de The rings of Akhaten. También me gustaría destacar la música de ambiente para el episodio del submarino Cold war y el regreso de los hombres de plata en Nightmare in silver.






Por último, pero no menos importante, me gustaría destacar la música que Gold ha compuesto para los especiales de Navidad, concretamente los tres últimos que se han editado como independientes. De los tres, Un cuento de Navidad, El Doctor, la Viuda y el Armario y Los Hombres Nieve, me quedo sin dudar con el primero. Una versión del Cuento de Navidad de Dickens para el cual este músico compuso una partitura maravillosa que va haciendo la transición de unos temas oscuros y góticos hacia un final brillante que culmina, como no podia ser de otra manera, con un tema cantado que sirve para iluminar el corazón del Scrooge galáctico.



miércoles, 20 de noviembre de 2013

Diez razones para ver Doctor Who (y II)

Después de mencionar cinco de los motivos para ver Doctor Who, continuamos con otros cinco que creo pueden ser más contundentes.


5. La música de Murray Gold.

Aunque es una de las razones incluída aquí, va a ser objeto de una entrada exclusiva para él solito, porque se lo merece y mucho más. Únicamente avanzar que una parte importante del enorme éxito de la serie se debe a Gold, que ha sabido dotar de emoción, acción y sentimiento a las aventuras del Doctor y sus acompañantes.



4.  River Song.

Si existe algún personaje al margen del Doctor que se mereciese un spin-off de Doctor Who, este es sin duda el de River Song. Magníficamente interpretado por Alex Kingston, la doctora Song, arqueóloga y profesora, se cruza en el camino del Doctor varias veces. La primera de ellas ocurre en la cuarta temporada donde ya aclara que las aventuras que tienen juntos ocurren desincronizadamente para ambos, ya que para ella es la última mientras que es el primer encuentro (y, por tanto, para los espectadores) con el Doctor. En las temporadas cinco y seis se muestran muchos más aspectos acerca de su origen y su relación con el Doctor (que no voy a desvelar para evitar el spoilerazo). River es un personaje fuerte, una especie de Indiana Jones (que nos llega a la memoria al dedicarse ambos a la arqueología, por las aventuras que corren y alguna que otra cualidad de héroe) que acude, a veces. a la llamada del Doctor y, en otras, a ayudarle en algunos eventos sin que éste sepa que va a llegar. Para mí es uno de los grandes personajes de Doctor Who de las últimas temporadas y su aparición siempre es como un viento que sacude los cimientos de todo lo que conocemos.



3. Los villanos.

Como toda serie que se precie en la que el protagonista viaja constantemente y lucha por salvar planetas, razas o simplemente a sí mismo, aquí también vamos a encontrar enemigos del Doctor. Algunos de ellos son enemigos de antaño, cuando el Doctor aún se relacionaba con su planeta de origen como los Daleks, con los cuales los Señores del Tiempo mantienen la Guerra del Tiempo. Otros han salido en la serie clásica como los Cyberman, el Amo (The Master) o los mencionados Daleks. En general, hay una enorme diversidad ya que villanos, alienígenas con planes malvados y de destrucción y entidades malignas aparecen en casi todos los episodios. Desde los Slitheen hastra los Sontaran pasando por brujas shakesperianas, vampiros venecianos y algunos otros personajes de aspecto e intenciones siniestras. De todos ellos me quedo con los Ángeles Llorones, unos seres con apariencia de estatua de piedra que sólo se mueven cuando no les miras. Aparecieron en la tercera temporada en el episodio Blink (el cual recomiendo muy mucho y que se puede ver de manera independiente) y volvieron en la quinta y séptima temporadas, y cuando salen ya sabemos que van a ser episodios de angustia y suspense con toques de terror. De lo mejorcito.

Los Ángeles Llorones a punto de atacar.



2. Los acompañantes. 

Durante sus correrías a lo largo y ancho del Universo, el Doctor se hace acompañar por una persona prácticamente desde el principio de la serie. Estas personas, por lo general del sexo femenino, si bien al comienzo se muestran reticentes pronto se lanzan a seguir al Doctor en sus aventuras. Las hay de todo tipo desde camareras a dependientas de tienda, doctoras, paradas, etc., pero no se limitan a ser meras acompañantes ya que participan activamente en todos los sucesos, para bien o para mal; unas ocasiones, ayudan al Doctor a resolver una cuestión determinada mientras que, en otras, son las causantes, directas o indirectas, del incidente que genera el episodio. Lo que queda claro es que el Doctor no debe viajar solo porque como un personaje comenta en una ocasión "acumula demasiado poder en un solo ser" y necesita a alguien que modere tanto dicho poder como sus sentimientos y permita ver las cosas desde otros puntos de vista. Sin embargo, todos ellos tienen un punto en común y es la lealtad inquebrantable en el Doctor puesta a prueba constantemente; salvo en casos muy puntuales, las rupturas o abandonos de los acompañantes suelen ser dolorosas e incluso traumáticas porque les coges cariño al personaje.

Como decía más atrás, la mayoría de los acompañantes suelen ser mujeres pero no son exclusivas. Ya en la serie clásica hubo algunos acompañantes masculinos, sobre todo con los primeros doctores. En la etapa moderna al principio se siguió el status de manera más o menos relativa; existía una acompañante principal femenina a la que se incorporaba algún novio o familiar, tal y como sucedió con Rose Tyler y su novio Mickey. Quizás el cambio más notorio se ha producido con los Pond, los acompañantes del Undécimo Doctor, ya que Rory se convirtió desde la mitad de la quinta temporada en el acompañante oficial por derecho propio junto con Amy, papel que mantendría durante dos temporadas más. 



1. El Doctor.

Y llegamos a la última razón. O a la primera. Y es que el motivo principal para ver la serie es el propio protagonista: el Doctor. El Doctor es el último de su raza, los Señores del Tiempo, al sobrevivir a la Guerra del Tiempo que los enfrentó a los Daleks. Es un extraterrestre, un alienígena, con dos corazones y apariencia humana que llega a la Tierra en el primer episodio y encuentra a los seres humanos muy interesantes implicándose en sus asuntos de manera bastante personal, protegiéndolos de ataques, invasiones y cualquier incidente que pueda afectarles. El Primer Doctor fue William Hartnell que ya tenía cierta edad cuando interpretó el papel así que para continuar la serie con otro actor los guionistas idearon la regeneración, una manera en la que los Señores del Tiempo evaden la muerte regenerándose y convirtiéndose en un nuevo ser, al menos en apariencia física y en ciertos aspectos de su carácter, aunque en esencia sigue siendo el mismo. Esto ha permitido que la serie alcance la longevidad que tiene ya que el Doctor se ha regenerado diez veces siendo el último, hasta la fecha, el Undécimo Doctor.

Creo que uno de los grandes éxitos es la posibilidad de ver a distintos Doctores y cómo enfocan las aventuras y los problemas. La etapa moderna, desde 2005, ha contado con el Noveno, Décimo y Undécimo Doctor (y ya se sabe que habrá un Duodécimo Doctor a partir del especial de Navidad de este año), cada uno con su carácter. Aunque muchos consideran el mejor de todos a David Tennant que llevó al Décimo Doctor, quizás por la relación con sus compañeras, su forma de actuar, su energía, a mí me gusta mucho el Noveno interpretado por Christopher Eccleston, que le da una fuerza y vitalidad al personaje como pocos han hecho al tiempo que sabe ser duro, incluso implacable, en determinadas ocasiones. Lástima que sólo durase una temporada. Sin embargo, con once encarnaciones del personaje pueden elegir al que más les guste. Así que pasen, vean y disfruten...





PS: Tanto este como el anterior post no pretenden ser un estudio detallado de la serie Doctor Who, para eso ya existen multitud de páginas y blogs dedicados a ello. Sólo quería dar diez razones, desde mi punto de vista, para que los que no conocen la serie se animen a verla y disfrutarla.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Diez razones para ver Doctor Who (I)

Esta semana, en concreto el próximo sábado 23, la serie británica Doctor Who cumplirá cincuenta años. Tal día como ese pero del año 1963 se emitió el primer episodio, An Unearthly child, en la BBC. No obstante, aunque ese cumpleaños se puede considerar como tal la serie tuvo un parón de más de quince años entre 1989 y 2005; al periodo de 1963 a 1989 se le considera la serie clásica y la iniciada en el 2005 la etapa moderna. Se puede hablar muuuucho y durante bastante tiempo sobre Doctor Who, que se ha convertido en todo un icono de la televisión británica, y de hecho en alguna ocasión he comentado algo en el blog. Pero para aquellos que nunca se han puesto con ella, o que vieron el primer episodio y quedaron un poco espantados por los maniquíes aquí van diez razones o motivos para darle una oportunidad y disfrutar de ella. No están colocadas por importancia sino según se me ha ido ocurriendo.


10. La épica.

Pocas series hay en la actualidad que reflejen la épica de las aventuras, en las que se entremezclen elementos imaginarios con otros totalmente reales e históricos. Por no hablar de los momentos culmen en muchos episodios, en los que el Doctor y sus acompañantes salvan un planeta, una raza o sencillamente una nave en el último instante. O se enfrentan a toda una horda de enemigos que quieren acabar con ellos. Algunos episodios son puro frenesí, como el del Viaje al centro de la TARDIS o Matemos a Hitler, por citar dos de las últimas temporadas. Lo mejor es que todo está milimétricamente ensamblado para llegar al hecho final, al punto clave en el que se desata todo y disfrutamos como niños.



9. Los viajes al pasado y al futuro. 

Los viajes temporales son una constante en Doctor Who, de hecho son pocos los episodios que se desarrollan en el tiempo actual aunque hay bastantes que podemos decir son intemporales, al ambientarse en momentos entre otros episodios o dentro de la TARDIS. A través de ellos podemos encontrarnos a la reina Victoria en un viaje al norte de Inglaterra, a Madame de Pompadour, a van Gogh o incluso a Richard Nixon, pero también viajar a períodos como la antigua Roma, descubrir vampiros en la Venecia del Renacimiento o navegar en un submarino ruso durante la Guerra Fría. Aunque los medios son más limitados que en una película, hay que apuntar que las recreaciones son bastante buenas; generalmente realizadas en interiores, por el tema de los costos, pero con unas ambientaciones más que dignas y que ya quisieran muchas películas. Y siempre desde un punto de vista respetuoso en el que no hay nada absurdo y los personajes son ellos mismos, nada de exageraciones en plan serie americana. Todo un punto para los amantes de la Historia, como el que escribe.

Amy, el Doctor y Vincent


8. 50 años de series.

Para aquellos que siempre se quejan que no tienen naaaaaaada que ver, Doctor Who es una fuente casi inagotable con cincuenta años de series. Solamente con la etapa moderna, compuesta por 91 episodios en siete temporadas más los cinco especiales de Navidad y los cuatro episodios especiales de despedida del Décimo Doctor tienen para un buen rato. Y cuando concluyan pueden ponerse con la serie clásica, que es mi gran asignatura pendiente. Porque cincuenta años dan para bastante, aunque muchos de los episodios de las primeras temporadas se hallan cuasi perdidos o en un formato bastante dañado. Desde luego, un aliciente para viajar con el Doctor durante una muuuy larga temporada.




 7. La TARDIS.

Acrónimo de Time And Relative Dimensions In Space, la TARDIS es la nave con la que el Doctor viaja a través del espacio y el tiempo. Tiene la forma y el aspecto de una cabina de policía londinenses de los años cincuenta ya que, supuestamente, su sistema de camuflaje se estropeó irremediablemente. Cualquiera que entra en ella se encontrará extrañado de que su interior es enorme en comparación con el exterior, y es que la TARDIS no es una nave al uso. Lo cual se nota en la serie ya que en algunos episodios ha contado con su cuota de protagonismo, como por ejemplo La mujer del Doctor y Viaje al centro de la TARDIS, de la sexta y séptima temporada respectivamente. La TARDIS tiene una especial conexión con el Doctor que la robó de Gallifrey, el planeta natal de los Señores del Tiempo, y se puede mostrar reacia a que alguien entre en su interior, como han podido descubrir algunos de los acompañantes del Doctor.



6. La ciencia ficción.

Doctor Who está catalogada como una serie de ciencia ficción y, en gran medida, así es si nos atenemos al simple hecho de que trata de un alienígena que viaja por el espacio y el tiempo acompañado por alguna persona de la Tierra. Por no especificar que muchos episodios se ambientan en otros planetas, otras culturas, otras razas aunque la ciencia ficción no es el objeto último de la serie. Siempre he creído que Doctor Who es una mezcla de muchas cosas, de ciencia ficción, de aventuras, de Historia (así en mayúsculas), de cultura (tan pronto estamos con van Gogh como con Shakespeare o Dickens) con sus dosis justas de terror, acción e incluso momentos de gran emoción. Pero sobre todo ello subyace una capa, algunas veces más evidente y otras veces más sutil, de ciencia ficción, de viajes a otros planetas, de ver otras culturas donde lo diferente no es malo, de viajar hasta el fin del Universo o de la misma Tierra. 

Porque en el fondo Doctor Who es una serie para todos los públicos y todo se halla muy dosificado, desde el terror (como en los episodios Terrores Nocturnos u Oculto, de la sexta y séptima temporada, respectivamente) hasta la acción (Pesadilla plateada de la séptima temporada) o la misma ciencia ficción, y tan pronto nos encontramos con un episodio de ambientación histórica con puntos de terror como Dientes y garras de la segunda temporada a otro ambientado en un colegio con profesores algo diferentes. O el Lejano Oeste. O la Segunda Guerra Mundial. O muchos más. Esta variedad es lo que la hace diferente, siempre nueva e intercalando personajes y enemigos clásicos con otros totalmente nuevos.




Continuará...


jueves, 14 de noviembre de 2013

Pruebas

Ayer tuve la prueba de la resonancia magnética. Una de las consecuencias de mi visita a la neuróloga de hace un par de semanas. La otra es que parece que el tratamiento preventivo va funcionando porque mi cabecita loca se ha tranquilizado, o el que se ha tranquilizado ha sido yo después del mes de octubre.

Ha sido la mar de gratificante. Si por gratificante quieres decir que te tumban, te ponen unas orejeras como si fueses a Siberia y comienzan a taladrarte con un megamix de música electrónica + los mejores momentos en la vida del pájaro carpintero + los grandes hits de una obra en la calle, con taladro y excavadora incluida. Durante dieciocho minutos. Mientras intentas seguir los consejos de la enfermera de respirar pausadamente. Y no pensar en cómo sería el ruido sin las orejeras. Y, sobre todo, dando gracias al Universo, al Sumo Hacedor y a todo bicho viviente porque ese día no hayas tenido dolor de cabeza ni migraña.

Por no hablar de la bata de papel-fieltro que te hacen poner mientras te quedas en ropa interior, calcetines incluidos. Totalmente a la moda. Y sin un tío medianamente merendable que mirar en el breve trayecto de la cabina al aparato. Claro que sin mis gafas y caminando con calcetines encima tendré que dar gracias por no haber pegado una trompada...


sábado, 9 de noviembre de 2013

Música (CXXXIX)

Satie siempre es una delicia para los oídos. Hoy dos versiones de la misma pieza. La primera con el piano como protagonista.




La segunda con la voz y el piano de acompañante.



J'ai compris ta détresse
Cher amoureux
Et je cède à tes vœux
Fais de moi ta maîtresse
Loin de nous la sagesse
Plus de tristesse
J'aspire à l'instant précieux
Où nous serons heureux
Je te veux
 
Je n'ai pas de regrets
Et je n'ai qu'une envie
Près de toi là tout près
Vivre toute ma vie
Que ton corps soit le mien
Que ma lèvre soit tienne
Que ton coeur soit le mien
Et que toute ma chair soit tienne
 
J'ai compris ta détresse
Cher amoureux
Et je cède à tes vœux
Fais de moi ta maîtresse
Loin de nous la sagesse
Plus de tristesse
J'aspire à l'instant précieux
Où nous serons heureux
Je te veux
 
Oui je vois dans tes yeux
La divine promesse
Que ton coeur amoureux
Vient chercher ma caresse
Enlacés pour toujours
Brûlant des mêmes flammes
Dans un rêve d'amour
Nous échangerons nos deux âmes
 
J'ai compris ta détresse
Cher amoureux
Et je cède à tes vœux
Fais de moi ta maîtresse
Loin de nous la sagesse
Plus de tristesse
J'aspire à l'instant précieux
Où nous serons heureux
Je te veux
 

viernes, 8 de noviembre de 2013

Estados

En una de esas frases recurrentes, siempre se dice que el tiempo lo cura todo. Tal vez sea cierto en el caso de determinados estados anímicos y emocionales como el enfado y el cabreo, incluso en el desamor. Pero que difícil, lejano y complicado parece cuando hablamos de decepciones y desilusiones...




PD: Y no me refiero a mi chico con el que me va fenomenal.

martes, 5 de noviembre de 2013

Octubre cursillista

He sobrevivido al mes de octubre. Dicho así para muchos puede parecer una exageración pero si no fuese por lo perdurable que sería casi que me lo podría tatuar en en el brazo, en plan "Amor de madre". Eso y por lo que costaría hacérmelo porque mi economía está bastante maltrecha, vamos, que podría decirse que soy una Grecia desbocada y sin control alemán. 

Volviendo al principio, terminó el mes de octubre y con él se acabó buena parte de mi sufrimiento. Un pequeño ejercicio de memoria: a mis clases de inglés se añadieron dos cursos online, uno de los cuales fue un poco coñazo por los problemas que daba a la hora de conectarse con las aplicaciones de la empresa que me paga. Además, en el curro junto a las tareas habituales estaba otro curso más que impartía a compañeros que trabajan en la otra isla, lo que suponía estar colgado del correo electrónico y el teléfono constantemente. Y durante la primera quincena echar una mano a J. con unas tareas que le encomendaron para lo cual tenía un tiempo límite. Por no hablar de ir preparando oootro cursito que, en principio, debo dar a partir de la semana que viene y del que aún no tengo la confirmación de hacerlo. Cualquiera que lea esto así por encima podría pensarse que me estaba sacando el Master en Cursera Mayor del Reino por CCC porque ha sido un mes de cursitis absoluta.

Menos mal que me quedaban los fines de semana para descansar y hacer el ganso viendo películas de terror, hacer una pequeña escapada a Lanzarote para celebrar cumpleaños varios, comer y beber en megaasaderos-cumpleaños familiares así como los habituales saltos de ida y venida a Tenerife. En este último aproveché para realizar una visita a una neuróloga que me habían recomendado para el tema de mis migrañas. Últimamente se han puesto bastante pesadas y quería una nueva opinión sobre el tema, aunque, en parte, ya se lo que me va a decir. Me gustó mucho porque me hizo una batería de preguntas que ni la Agencia Tributaria, luego me enchufaron para un electro y me mandó un tratamiento preventivo aparte de una resonancia que espero hacer a lo largo de este mes. Y vuelta a verla dentro de mes y medio aproximadamente. Espero que funcione porque uno pensaba que con la edad iba a mejorar este tema y resulta que nones, que mi cabeza se niega a darme ese respiro. A veces desearía estar en el año 3000 y acabar de una vez en el Museo de Cabezas...