martes, 7 de agosto de 2012

El Parte

Hace bastante tiempo que no hago una entrada contando mis paranoias vivencias personales. Pero es que, en realidad, mi vida se ha convertido en una rutina muy rutinaria en la que no se produce nada extraordinario. Al menos hasta este fin de semana, por lo que parece.

En el curro, después de dos semanas intensas de eliminación de cajas, limpieza y demás, el ritmo se ha tranquilizado un poco. Lo que no quita que esté quieto. Que tiempos aquellos en que la Administración pública casi se paralizaba por completo en el mes de agosto. Sí, hay compañeros que se van de vacaciones pero los menos porque la mayoría las fragmentan en dos o más partes. Lo que supone que siguen acudiendo a mí, que ya de por sí tengo mis tareas pendientes antes de que me vaya de vacaciones. Pero, bueno, tampoco hay que quejarse demasiado, que parece que queda feo con la que está cayendo.

Luego está la vida social: que si cenita por aquí en casa de algún amigo, que si un cine por allá para ver los estrenos veraniegos, que si un terraceo... y mucha playa. Hace bastantes veranos que no iba tanto a la playa. Cuatro fines de semana seguidos (y sólo son los últimos hasta ahora) es demasiado hasta para mí, que voy camino de emular a Julio Iglesias y no me gusta nada porque aún queda mucho verano por delante. Así que pararé un par de semanas y a ver si aprovecho los fines de semana para adelantar algunas temporadas de mis series favoritas.

Y, por último pero no menos importante, está la vida sentimental que se está poniendo a tono para las películas de Bond por aquello de que está agitada sin llegar a batirse. Es curioso como las cosas, en lugar de ponerse en su sitio, se revuelven aún más y más, todo se va complicando (mejor dicho las vamos complicando nosotros mismos) y llega un momento en  el que cada vez te pones más atacao, más nervioso o más tonto, que a tontería no me gana nadie. Sigo echando de menos dormir con alguien, con alguien que realmente me importe se entiende...


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