jueves, 21 de agosto de 2014

Destripando... House of cards

Parece mentira que haya llegado a estas alturas del partido, cuando lleva dos temporadas emitidas ya, y no haya visto una de las series que más me ha gustado recientemente: House of cards.


House of cards se basa en una serie británica de igual nombre de comienzos de los noventa. En esta adaptación de Neftlix sigue los pasos del congresista Frank Underwood, jefe de disciplina de los demócratas en la Cámara de Representantes, lo que le otorga bastante poder. Junto a él se encuentra su esposa Claire, directora de una ONG ambiental. Ambos se tropiezan, o se encuentran podríamos decir, con Zoey Barnes, una reportera del The Washington Herald que quiere hacerse un hueco en el mundillo periodístico y con la que se crea un triángulo personal-profesional un poco especial.

Estos conforman el trío protagonista pero a su alrededor encontraremos congresistas, periodistas, asesores, secretarias y políticos ambiciosos, corruptos y ávidos de poder. Porque de eso trata la serie, de la ambición, la corrupción (no solo política sino también periodística), el ansia de conseguir el poder, sin importar quien o qué está en juego. Nos enseñan los tejemanejes políticos, esos que vemos a diario, otros que intuimos en el día a día y muchos que desconocemos; porque la serie, al menos a mí, me deja con un sabor agridulce coonstante. Por un lado, me encantan todos esos tejemanejes, como se apuñalan y se mienten unos a otros para obtener lo que quieren pero, por otro lado, pienso que la realidad siempre supera a la ficción y me amarga que esto sea solamente una aproximación a la auténtica realidad.


Lo mejor de la serie son las interpretaciones, empezando por un Kevin Spacey fantástico en la piel del ambicioso y sin escrúpulos congresista que, en ocasiones, rompe la cuarta pared y se dirige al espectador, para mostrarle la verdad de las cosas. Por no hablar de Robin Wright y Kate Mara, que hacen de esposa y periodista, y que descubren que para conseguir lo que quieren deberán vender su alma al diablo. Porque en esta historia no hay buenos ni malos, ni blanco ni negro, todos forman parte del juego, lo saben y acabarán participando en él para obtener lo que desean. Del resto del elenco de la serie me quedo con el jefe de personal y mano derecha (e izquierda) de Underwood, un sobrio Michael Kelly, y Corey Stoll como el congresista Peter Russo, que será la marioneta política de Frank Underwood.

Aunque existen dos temporadas ya, y una tercera anunciada para el año que viene, sólo he visto la primera y comenzado la segunda, así que me quedan cosas por ver aún. Eso sí, la recomiendo absolutamente si te gusta el drama, el juego de la política, los chanchulleos, la ambición y todo lo que se cuece en las altas esferas de la política y sus alrededores.


3 comentarios:

rickisimus2 dijo...

Pues si la primera engancha, no te digo la segunda temporada.

Y verás cuando ... y cuando ... Pufffff.

rickisimus2 dijo...

Ni te cuento lo inquietante que se hace el personaje de Robin Wright.

starfighter dijo...

Ya la he visto, justo antes de irme de vacaciones. Creo que se hace peor que el marido, al menos a éste ya lo conocemos. Pero la evolución de Claire es brutal. Que ganas tengo que llegue la tercera temporada.