Hay compositores, en el sentido más amplio de la palabra, que suelen ser recordados por una única obra. Y no es tan extraño como pudiera uno creer. ¿Cuántos cantantes son recordados por una sola canción? ¿O cuantos compositores por un tema o una obra? Si os poneis a pensar seguro que os salen unos cuantos.
No es el caso de Basil Poledouris, aunque muchos sólo lo recuerden por la banda sonora de Conan el bárbaro.
Poledouris, compositor americano de origen griego, se hizo tremendamente conocido en el mundillo musical cinéfilo en la década de los ochenta merced a esa banda sonora. Pero, en realidad, había comenzado en los setenta con algunas películas como El gran miércoles (la famosa película de los surferos) y El lago azul (sí, la de Brooke Shields). Con la música que compuso para Conan el bárbaro saltó a la fama aunque ello no supuso que se dedicase a películas de gran presupuesto, más bien al contrario, salvo casos excepcionales se movió siempre en la serie B donde creo que se sentía más cómodo.
De los ochenta son sus composiciones para la segunda parte de Conan, Conan el destructor, para Los señores del acero, Águilas de acero y Robocop, para mí su otra gran banda sonora de esta década, que acabaría con La caza del octubre rojo. Suelen ser obras con un fondo más épico, temas de gran fuerza y sonoridad, combinadas con pequeñas dosis de música más íntima.
En los noventa no dejó de componer pero quizás no se movió en los círculos más conocidos, de ahí que su nombre no sonase tanto para las películas más relevantes como en otras ocasiones. Pero eso le permitió una mayor libertad compositiva y amplió su catálogo con películas muy diversas. Por ejemplo, compuso la música para las dos primeras pelis de Liberad a Willy al tiempo que hizo lo mismo para dos películas de John Waters, Los asesinatos de mamá y Cecil B. Demente, e incluso para una versión de El libro de la selva. Sin embargo, de este período me quedo con la banda sonora que compuso para dos películas completamente diferentes y opuestas. La primera es la de Starship Troopers (Las brigadas del espacio), su tercera colaboración con Paul Verhoeven, en la que volvía a sus orígenes con temas potentes y épicos.
No es el caso de Basil Poledouris, aunque muchos sólo lo recuerden por la banda sonora de Conan el bárbaro.
Poledouris, compositor americano de origen griego, se hizo tremendamente conocido en el mundillo musical cinéfilo en la década de los ochenta merced a esa banda sonora. Pero, en realidad, había comenzado en los setenta con algunas películas como El gran miércoles (la famosa película de los surferos) y El lago azul (sí, la de Brooke Shields). Con la música que compuso para Conan el bárbaro saltó a la fama aunque ello no supuso que se dedicase a películas de gran presupuesto, más bien al contrario, salvo casos excepcionales se movió siempre en la serie B donde creo que se sentía más cómodo.
De los ochenta son sus composiciones para la segunda parte de Conan, Conan el destructor, para Los señores del acero, Águilas de acero y Robocop, para mí su otra gran banda sonora de esta década, que acabaría con La caza del octubre rojo. Suelen ser obras con un fondo más épico, temas de gran fuerza y sonoridad, combinadas con pequeñas dosis de música más íntima.
En los noventa no dejó de componer pero quizás no se movió en los círculos más conocidos, de ahí que su nombre no sonase tanto para las películas más relevantes como en otras ocasiones. Pero eso le permitió una mayor libertad compositiva y amplió su catálogo con películas muy diversas. Por ejemplo, compuso la música para las dos primeras pelis de Liberad a Willy al tiempo que hizo lo mismo para dos películas de John Waters, Los asesinatos de mamá y Cecil B. Demente, e incluso para una versión de El libro de la selva. Sin embargo, de este período me quedo con la banda sonora que compuso para dos películas completamente diferentes y opuestas. La primera es la de Starship Troopers (Las brigadas del espacio), su tercera colaboración con Paul Verhoeven, en la que volvía a sus orígenes con temas potentes y épicos.
La segunda es la que creó para la versión cinematográfica de Los miserables, una composición más intimista y delicada pero que impresiona y que demuestra su versatilidad a la hora de componer.
La entrada en el siglo XXI supuso casi el fin de su carrera, apenas compuso un par de bandas sonoras pues prácticamente se retiró debido a un cáncer, del que falleció en el año 2006. Poco antes de morir estuvo en España, en el Festival de Música de Cine de Úbeda, donde dirigió un concierto con algunos de sus temas más conocidos.
La entrada en el siglo XXI supuso casi el fin de su carrera, apenas compuso un par de bandas sonoras pues prácticamente se retiró debido a un cáncer, del que falleció en el año 2006. Poco antes de morir estuvo en España, en el Festival de Música de Cine de Úbeda, donde dirigió un concierto con algunos de sus temas más conocidos.
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