Lo bueno de ir al gimnasio a primerísima hora de la mañana es que te encuentras con muy poca gente haciendo lo que tú, no tan poca como cabría esperar de seis y media a siete y media de la mañana, pero desde luego muchísimo menos que por el mediodía o la tarde. Lo cual implica no pelearte con la gente por usar un aparato o volverte loco buscando quien tiene la pesa que necesitas. Además de emplear la mitad del tiempo en realizar tus ejercicios gracias a dejar de luchar con el resto de los asistentes al coto de caza. Y encima después de una duchita y de la satisfacción del deber cumplido pues empiezas el día en el curro con energía. Bueno, con algo más de energía que si vienes medio dormido de casa.
La parte negativa de ir al gimnasio a esas horas, aparte del madrugón (que en sí tampoco es tanto) es que no te encuentras con los chulazos que van a mediodía o por la tarde. Es verdad que buena parte del tiempo que tardas en hacer los ejercicios lo pierdes viendo a aquel o al de más allá, situación que te ahorras por la mañana. La primera hora del gimnasio es propicia para alguna ama de casa, trabajadores sin tiempo por la tarde o, como más de uno entre los que me incluyo, los que aprovechan el gimnasio cerca del trabajo para matar dos pájaros de un tiro.
Así que no te extrañe que cuando llega carne fresca más de uno se revolucione. Como pasó el jueves pasado cuando subía la escalera a todo trapo para ir a trabajar y me encuentro de frente con un cuerpazo al que de 0 a 10 sólo se le podría dar un 11. Dado que coincidimos en el descansillo le cedí el paso para tener un segundo o dos de disfrute visual y empezar a salivar como los perros de Pavlov. El viernes lo volví a ver casi en la misma situación, yo me iba y él llegaba. Sin embargo, ayer lunes ya no apareció y casi estoy por pensar que ha sido una jugada cruel y perversa del destino, como diciendo "mira lo que te pierdes por venir a estas horas y no cuando acabes de trabajar". Ayer lunes empezó otro que tampoco estaba nada pero que nada mal. Mierda, como se nota que ha llegado la primavera...
La parte negativa de ir al gimnasio a esas horas, aparte del madrugón (que en sí tampoco es tanto) es que no te encuentras con los chulazos que van a mediodía o por la tarde. Es verdad que buena parte del tiempo que tardas en hacer los ejercicios lo pierdes viendo a aquel o al de más allá, situación que te ahorras por la mañana. La primera hora del gimnasio es propicia para alguna ama de casa, trabajadores sin tiempo por la tarde o, como más de uno entre los que me incluyo, los que aprovechan el gimnasio cerca del trabajo para matar dos pájaros de un tiro.
Así que no te extrañe que cuando llega carne fresca más de uno se revolucione. Como pasó el jueves pasado cuando subía la escalera a todo trapo para ir a trabajar y me encuentro de frente con un cuerpazo al que de 0 a 10 sólo se le podría dar un 11. Dado que coincidimos en el descansillo le cedí el paso para tener un segundo o dos de disfrute visual y empezar a salivar como los perros de Pavlov. El viernes lo volví a ver casi en la misma situación, yo me iba y él llegaba. Sin embargo, ayer lunes ya no apareció y casi estoy por pensar que ha sido una jugada cruel y perversa del destino, como diciendo "mira lo que te pierdes por venir a estas horas y no cuando acabes de trabajar". Ayer lunes empezó otro que tampoco estaba nada pero que nada mal. Mierda, como se nota que ha llegado la primavera...
4 comentarios:
Ja! Esas hormonas!!! Yo soy incapaz de ir a un gimnasio: por la mañana, me da pereza, al mediodía no tengo tiempo, por la noche, estoy muerta de cansancio...Así que más de una vez he pensado en comprarme alguna máquina y hacerme un gim en casa, pero...tampoco es que me apetezca mucho, sabes??
Ains...Así me va... :(
PD: Palabreja de hoy "rapousi", me parece que me está llamando zorra...
Mira que soy perezoso pero si no lo hago a esa hora me pasa lo que a tí, ni tiempo ni ganas. Pero vas acostumbrando al cuerpo y al final no se hace tan pesado.
Creo que mi verificador se ha desmelenao XD
Ya lo comentaba yo en Facebook: en los mediodías de mi gimnasio hay poco que ver.
Me paso al tuyo ya mismo.
Eleuterio, los mediodías están llenos y por la tarde ya ni te cuento. Por eso me gusta ir temprano.
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