martes, 27 de septiembre de 2011

Mitos, leyendas y naciones

Una de las primeras cosas que aprendes cuando estudias Historia es que la gran mayoría de pueblos, imperios, naciones y demás agrupaciones de personas (por no decir prácticamente todas) de trescientos años hacia atrás (y algunos hasta hace bien poco) intentan procurarse alguna base mitológica o legendaria tenida por cierta que defina dicho pueblo/nación/imperio en un camino de diferenciarse de los demás. Pero también en muchos casos de buscar un nacimiento acorde al destino que piensan les está reservado. Desde las charlas de Yahvé con Abraham y Jacob señalándolos como pueblo elegido a los Rómulo y Remo con su loba en Roma es algo bastante frecuente, sobre todo en la Antigüedad clásica o en la Edad Media.

Muchos de estos mitos y leyendas han enraizado de tal manera que mucha gente los tiene por ciertos y verdaderos. Por eso es bueno que de vez en cuando venga alguien, no necesariamente un historiador pero al menos que esté bien informado, para desmontarlos y ubicarlos como lo que realmente son: mitos.

Esto es lo que hace Ignacio Escolar y su padre Arsenio Escolar en La nación inventada.


A través de una anécdota histórica como es el paso de Carlos V en 1556 por la ciudad de Burgos camino de su retiro en el monasterio de Yuste y la construcción por parte de la ciudad de un arco con los grandes prohombres en la historia de Castilla, ambos se dedican a desmontar algunos de los mitos que durante mucho tiempo se han tenido por auténticos por la mayoría de la población a pesar de que algunos de ellos se sabe que son falsos por los historiadores desde hace más de un siglo. Desde que el reino de Castilla fue fundado por Fernán González a la figura del Cid pasando por algunos reyes como Alfonso VI o Fernando III el Santo.

La parte que más me ha gustado es precisamente la de los primeros capítulos en la que se dedican a hacer un repaso por los mitos más antiguos como la de la fundación del reino de Castilla y los jueces Laín Calvo y Nuño Rasura, al cual emparentan con Fernán González, y demostrar cómo todos ellos se crearon dos o tres siglos después por intereses bien políticos bien económicos. Los primeros a instancias de los sucesores que querían darle una pátina mítica de rebelión ante los abusos del reino de León; los segundos por parte de los monjes, y luego avalados por los monarcas, que querían convertirse en destino de peregrinos y donaciones de los más fervorosos. El resto de los capítulos es una síntesis de la historia castellana desde la creación del condado hasta finales del siglo XIII, cuando Castilla se ha convertido en el reino hegemónico de la Península Ibérica, a los que se añaden algunas cuestiones sobre los topónimos, el arte de la guerra y la población de la época.

En general, el libro está bastante bien porque es ameno y accesible, vamos, que cuenta la Historia de una forma que cualquier persona pueda entenderla. Es verdad que en algunos momentos puede hacerse un poco farragoso pero sólo en ocasiones, y sobre todo por el lío de nombres de reyes y reinas que se repiten más que el ajo. Y, por supuesto, es bastante recomendable para aquellos que aún sostienen lo de "una, grande y libre". Estaría bien que alguien hiciese lo mismo para la parte oriental de la península con los reinos de Aragón. Probablemente a más de uno se le caerían muchos mitos.

3 comentarios:

Sufur dijo...

Paparruchas. Todo el mundo sabe que Castilla fue fundada por monjas enanas célibes. De ahí lo de "castillas", y así nos sigue yendo...

rickisimus2 dijo...

Lo de atacar a San Fernando me parece MUY, pero que MUY MAL. He dicho.

starfighter dijo...

Sufur, pues menos mal, si llegan a salir salidillas no se que habría sido del Orgullo madrileño mil años después.

Rickisimus, que no se meten con él. Además, encima que tenemos el día de esta nuestra comunidad de fiesta en tu honor, tsk tsk...