Crónicas bautismales

Ayer estaba muerto, reventado, y aunque hoy estoy mejor las secuelas van a durar un par de días.

Comenté el jueves que el domingo teníamos el bautizo de nuestro primer sobrino-nieto. Y que mi pareja, como su padrino, le había prometido a la madre del susodicho que le hacía el convite. Pues bien. Más nunca. Más nunca. El domingo por la tarde-noche, al volver a casa, le decía: Cómo se te ocurra volver a mencionar las palabras organizar, comida, convite y/o celebración pido el divorcio, y si van en una misma frase me quedo viudo. Que no hay derecho, oigan.

El sábado por la mañana me levanté temprano (las 8 de la mañana lo es para un fin de semana) y nos pasamos la mañana comprando las últimas cosas para el convite. El mediodía me lo disfruté pelando ajos, cebollas, cortando pimientos y fregando. Por la tarde bajé al local con otra sobrina de mi pareja y un colega de ella a llevar las bebidas y todo lo que no era comida, colocar mesas, sillas y decorar. Vuelta a casa, pasar por el supermercado y llevar parte de la comida que ya estaba preparada y ponerla en los frigos del local. Una ducha, un yogur, medio diazepam y a las doce a la cama.

El domingo tocaron diana a las siete, hora inhumana donde las haya. Un desayuno breve y ya fue un no parar. Bajé y subí los tres pisos de mi casa cinco veces llevando todo lo que teníamos para el convite. Dejarlo todo en el local e ir por casa de mi cuñada para vestirnos. Mi pareja no tuvo otra brillante idea que plancharme la camisa y me la quemó. Mi cara tuvo que ser un poema porque no hacía sino decir "lo siento, lo siento". Vuelta al coche, conducir hasta casa, coger otra ropa y bajar. Llegué empezando el bautizo, menos mal. Y luego la celebración: que si pon las bebidas, reparte la comida, ayúdame con la paella... Y sobró comida y bebida a destajo, con lo que al final nos pusimos a repartir entre los que quedábamos. Y eso que ya había metido en el coche como dos botellas de ron, cinco o seis de vino y varias de refresco. Casi me da algo, pensando en cuando compramos y les decía "es mucha comida", "se están pasando con la bebida" y ellos "no, noooo". Afortunadamente, no habrá próxima vez. Ya me encargaré yo de eso.

Menos mal que pude votar, por los pelos eso sí, que llegué al colegio a las ocho menos cuarto.

Y si se han estresado con la lectura, imaginen vivirlo en primera persona. Así que ayer lunes estaba como un zombie sin cuerpos que machacar, como una flor sin sol, como un mojito sin hierbabuena. Quería haberme puesto malo y quedarme en casa pero el viernes a última hora me chafaron el plan y tuve que venir al curro.

Y por primera y única vez podrán verme, pinchando aquí.

Mira que os gusta curiosear, jajajaja. Era broma. Esta es la buena, eso sí a ver si adivinais quien es quien. Es muy fácil. Y aquí pillado a la hora de comer.

La música de hoy es de Ponyo en el acantilado, del gran Joe Hisaishi.