De carnavales

Como todos los años, el menda siempre llega tarde a los carnavales. Nunca he sido muy carnavalero y, la verdad, es que me da un poco igual lo de salir, disfrazarme y esas cosas, aunque al final alguna que otra vez me haya disfrazado. Todo esto viene porque anoche, me fui a dar una vuelta por el parque Santa Catalina con mi nene y, cuando estábamos de camino, un colega nos mando un mensajito por si estábamos cerca o pensabamos ir. Asi que quedamos con él delante del escenario, donde estaban en plena gala del bodypainting. Estuvimos un ratillo, poca cosa, y nos fuimos a dar un paseo por los chiringays pero, ohhhh, sólo estaba abierto el del Miau. Un perrito caliente y unas papas después, volvimos a los chiringays y, aunque habían abierto un par de ellos más, la cosa estaba más tranquila que un fin de año en la Antártida así que nos plantamos en el chiringuito y a beber un poco, bueno, algunos más que otros.
La sorpresa fue que llegó otro buen amigo, de los tres, y empezamos a charlar de varias cosas, hasta acabar hablando del carnaval, claro. El primer amigo que si iba a salir el sábado pero sin disfrazar porque estaba un poco cansado, mi nene que sí, que él quiere salir el sábado porque es el entierro de la sardina y se le apetece y el amigo que llegó el último sugiere: "¿porqué no nos disfrazamos? quedamos en mi casa, que es cerquita del parque, nos tomamos algo y nos vestimos allí". El primero retoma: "Bueno, si ustedes se disfrazan pues yo también". Total, que la bola de nieve fue aumentando y aumentando hasta que, al final, hemos quedado el sábado para salir de marcha disfrazados.

Y ahora ¿yo que me pongo? Tenga uno amigos y marido para esto.