De favores (in)disimulados

Porqué será que a la gente le cuesta pedir favores, ¿por no estar en deuda? ¿por desconfianza? Ni idea. Al poco de comenzar a currar ayer, se me acercó una compañera, buena casi una jefa (de otro servicio) porque tiene un par de categorías más altas que el servidor, que es el último mono de la biblioteca. Tras un poco de charla intrascendente, me dijo que me tenía que pedir un favor. La cuestión es que quería pedir ayuda y un poco de información sobre un ejercicio (descripción de un documento de archivo) que había salido en las oposiciones del año pasado, unas de ayudante de biblioteca que tuve a comienzos del año pasado y en las que me quedé en el segundo ejercicio. "Sin problema, mañana mismo te traigo algo", le dije. Es más, le comenté que cuando estaba estudiando para dicha prueba mis actuales jefas me preguntaron directamente a qué se referían con eso de descripción y yo les había comentado un par de cosillas.

Cavilando después, pensé que casi seguro no había venido antes porque me consideraba algo así como un competidor (ella tampoco las aprobó y continúa interina, y deberían salir las plazas que quedan por cubrir) y ahora que todo el mundo sabe que tengo los días contados en mi trabajo actual pues ya es otra cosa. Sinceramente a mí me da igual, nunca me ha importado echar una mano, en la medida de lo posible y de mis conocimientos, a gente que me lo ha pedido. Pero nunca había tenido la sensación de ser considerado un competidor. Ay, señor, como se (nos) complica(mos) la gente la vida.

Y si esto pasa con cosas del curro, no quiero ni pensar con los asuntos del corazón.





Besos para tod@s.