Sicilia, día de Pascua, finales del siglo XIX (y no, no es una historia de Sofía Petrillo, aunque bien podría haberlo sido). Nuestra protagonista pregunta a la tabernera por su hijo que es, a su vez, su "novio"; aquella lo desconoce y cree que ha ido a comprar vino cuando entra un vecino quien le comenta que lo ha visto cerca de su casa. Mientras el pueblo entra a misa, ambas mujeres siguen hablando y la mujer le comenta a su "suegra" que su hijo sigue enamorado de otra mujer con la que estuvo antes de meterse en el ejército y la cual se casó. Llega el pendón del protagonista y se encuentra con la chica que le ruega que no la deje y que lo ha visto rondando la casa de su anterior amante; como la rechaza, aquella le desea una mala Pascua. Entonces aparece el marido de la amante de aquel, el cornudo vamos, y la chica rechazada, como es una rencorosa y vengativa, va y se lo cuenta todo todo. Obviamente, el otro se coge un cabreo monumental y, cuando al salir de misa todos los vecinos se reúnen en la taberna, rechaza el vino que le ofrece el amante de su mujer y le reta a duelo. Y ya sabemos cómo acaba esto ¿no? Pues eso, que el chico muere mientra la mujer vengativa queda a cargo de su "suegra".
Amoríos, honor, venganza y muerte. Ingredientes habituales en la ópera y en esta aún más. Porque esta historia es el argumento de Cavalleria rusticana, de Pietro Mascagni.
Ya sabeis que en la ópera los argumentos son casi lo de menos, historias imposibles, embrolladas y, en muchas ocasiones, delirantes. Sin embargo, Cavalleria rusticana es un claro ejemplo de lo que se llama verismo, que fue un intento de retratar, no sólo en la ópera, de manera lo más realista posible la vida cotidiana, incluso aquellos elementos más sórdidos como los crímenes y amoríos. De ahí que esté ambientada en la misma época que se escribió la ópera, a finales del siglo XIX, y que los personajes sean habituales en cualquier pueblo.
Es una ópera muy cortita en cuanto a duración, una hora y poco, por lo que se suele representar junto a Pagliacci de Leoncavallo. Y se suele pasar en un suspiro porque no hay momentos de respiro sino que la acción se desarrolla casi sin solución de continuidad, a excepción quizás del Intermezzo. Bueno, si quieres saber más pues mira aquí o aquí.
Amoríos, honor, venganza y muerte. Ingredientes habituales en la ópera y en esta aún más. Porque esta historia es el argumento de Cavalleria rusticana, de Pietro Mascagni.
Ya sabeis que en la ópera los argumentos son casi lo de menos, historias imposibles, embrolladas y, en muchas ocasiones, delirantes. Sin embargo, Cavalleria rusticana es un claro ejemplo de lo que se llama verismo, que fue un intento de retratar, no sólo en la ópera, de manera lo más realista posible la vida cotidiana, incluso aquellos elementos más sórdidos como los crímenes y amoríos. De ahí que esté ambientada en la misma época que se escribió la ópera, a finales del siglo XIX, y que los personajes sean habituales en cualquier pueblo.
Es una ópera muy cortita en cuanto a duración, una hora y poco, por lo que se suele representar junto a Pagliacci de Leoncavallo. Y se suele pasar en un suspiro porque no hay momentos de respiro sino que la acción se desarrolla casi sin solución de continuidad, a excepción quizás del Intermezzo. Bueno, si quieres saber más pues mira aquí o aquí.
Y ahora, la música. Por orden de aparición, el himno que cantan los habitantes cuando se dirigen a la misa de Pascua; el momento en que Santuzza le cuenta al marido engañado lo que sucede y éste se da cuenta de los cuernos; y el Intermezzo, que suele tocarse como pieza separada en conciertos.
2 comentarios:
Nunca he ido a la ópera, debe de ser emocionante
Mac, lo es, pero hay que saber a cual ir si eres novatillo porque algunas pueden ser pesadas ;)
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