viernes, 2 de julio de 2010

De los nervios

Llevamos una semana, o mejor dicho unos diez días, de los nervios en casa. De los nervios y bipolares, que de pronto estamos eufóricos, como si España hubiese ganado a Indonesia por veinte goles a cero, o nos entra una bajada de ánimos y y parece que perdemos con Papúa-Nueva Guinea. Vamos, que esto parece una montaña rusa.

En el caso de T. es que el pobre está de lleno con sus oposiciones. La semana pasada tuvo dos exámenes, en unas convocatorias que se apuntó más que nada para probar y practicar porque en ellas las opciones son nulas. Pero el suyo de verdad, la que realmente importa, fue el miércoles. Según me contó le salió muy bien, estupendo, que no había dudado e incluso le había dado tiempo de repasarlo; pero cuando lo recogí al rato estaba hecho polvo porque entre medias, y a pesar de intentar evitarlo, se encontró con compañeros de examen y trabajo y comenzaron a preguntar por las preguntas. Claro, como siempre pasa en estos casos, algunos habían puesto otra cosa y ya le hicieron dudar y se vino abajo. Así que me lo llevé a comer a la playa y quedamos con unos amigos por la tarde para tomar algo y animarlo un poco. Y mucha terapia de reanimación. Hoy tiene el cuarto examen, otra convocatoria y categoría distinta a la suya, y me tiene asustado porque ayer estuvo descansando y no se ha mirado nada; dice que ya ha estudiado lo suficiente y que quiere desconectar. A ver si sale bien porque este mes se lo va a pasar haciendo todos los exámenes prácticos de esas convocatorias.

En mi caso, la empresa que me quita la vida ha sacado el famoso concurso de méritos, justo antes del puente de la semana pasada. Y cada día es una cosa nueva. El primer día me veía en Coruscant, la capital del Imperio; el viernes una compañera me comentó que nones, que ella no concursaba y que, por tanto, no me preocupara que no se movería nadie. El miércoles me pasé por su oficina y me señaló que un compañero quería escapar de Coruscant y venirse a Tattoine, con la excusa de cobrar más y trabajar menos. Hemos intentado hacerle ver que este planeta es peligroso, con unos veranos calurosos, que aquel es más civilizado, más tranquilo, pero nada. Y estuvimos los tres de Tattoine (nosotros y otra compañera, que es la que corre más peligro) haciendo cálculos y las sumas de los méritos para ver cómo estábamos de emparejados. Por no contar con la rumorología, claro, que aunque intentas evitarla y estar tranquilito en tu burbuja de aislamiento siempre te llega toda la información, quieras o no. En fin, que me he planteado pasar de todo. Lo que tenga que venir ya vendrá. Más que nada porque tienen seis meses para resolver (cómo se esperan al final menudo regalito de Reyes que van a soltar) y sabemos que hasta octubre no sabremos nada de nada.

Hoy me he levantado un pelín raro. Creo que estoy incubando un catarro o algo porque no ando fino. ¿Lo único bueno de esta semana? Que por fin llegó el horario reducido. Salir una hora antes se nota y es un gustazo.




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