Llevo una semana, vamos a decir, que algo descentrado. Descentrado, nervioso y desbordado por dos motivos. Uno de ellos, que voy a contar hoy, es meramente laboral. Vale, no me van a despedir de mi curro lo cual ya es un importante punto de partida pero reconozco que a veces me pongo en plan drama-queen que ni yo mismo me aguanto (con razón me gustan los dramones de Douglas Sirk).
El motivo de todo este sinvivir lo tiene mi concurso de traslado. Creo que ya he comentado algo por aquí. Antes de que saliese allá por junio, los cuatro pelagatos que somos en nuestro cuerpo (bueno, en realidad somos cinco) vivíamos en una cierta paz y armonía ya que los chichas estaban en su casa y los canariones en la nuestra, y el spaghetti volador en la casa de todos. Pero cuando se publicó la convocatoria nos enteramos que un compañero de allá se quería venir porque, según le comentó a una compañera que no concursa, "quería trabajar menos y cobrar más", por lo que pidió la plaza de otra compañera de aquí, además buena amiga mía, que tiene una jefatura y luego la mía. Primero incredulidad, luego nerviosismo y a continuación un poco de mosqueo, porque ya podía haberse molestado en avisarnos de que estaba interesado en nuestras plazas y no enterarnos por terceros. Al final, nos hemos enterado de que hay otro motivo más [modo Salvame de luxe ON], el sentimental, y es que por lo visto está saliendo con alguien de esta ciudad y quiere venirse para lo que ustedes y yo sabemos [modo Salvame de luxe OFF].
Vamos, que yo no digo que no tenga derecho a pedir nuestras plazas, faltaría. Sino que, según ha llegado a nuestros receptores auditivos, alguien podría estar metiendo mano para que así suceda. Y hasta ahí podíamos llegar. Que si hay algo que siempre me ha jodido mucho, pero mucho, es lo de "quítate tú pa' ponerme yo". Porque no me da la gana. Lo que me pone de muy mal humor, como estuve un par de días.
La semana pasada tenía claro que todo saldría antes de Navidad; luego en una reunión que tuvimos parece que no, que sería después de Reyes. El viernes pasado salió publicado una cosa que tiene una relación tangencial pero que ha puesto a todo el mundo nervioso porque ha acelerado el proceso y a estas alturas ya no sabemos dónde nos comeremos el turrón. Ese mismo viernes estuve con la compañera que también se halla en peligro mirando la letra pequeña de la convocatoria y haciendo interpretaciones para comprobar si teníamos todos los puntos en determinadas áreas. Un desquicie, vamos. A estas alturas, lo único que tengo claro es esa sensación indefinida en el estómago de que acabaré en la capital del Imperio galáctico. Lo intuyo, he visto el futuro en una revelación jedi y se que está ahí. No es que sea pesimista, no, soy un optimista realista.
En fin, que ya me he comido suficientemente la cabeza. Y ahora ustedes se lo leen. Casi nada. A veces me gustaría ser como la prota de Bailar en la oscuridad y olvidarme de esta letanía soñando que me hallo en un musical hollywoodiense.
El motivo de todo este sinvivir lo tiene mi concurso de traslado. Creo que ya he comentado algo por aquí. Antes de que saliese allá por junio, los cuatro pelagatos que somos en nuestro cuerpo (bueno, en realidad somos cinco) vivíamos en una cierta paz y armonía ya que los chichas estaban en su casa y los canariones en la nuestra, y el spaghetti volador en la casa de todos. Pero cuando se publicó la convocatoria nos enteramos que un compañero de allá se quería venir porque, según le comentó a una compañera que no concursa, "quería trabajar menos y cobrar más", por lo que pidió la plaza de otra compañera de aquí, además buena amiga mía, que tiene una jefatura y luego la mía. Primero incredulidad, luego nerviosismo y a continuación un poco de mosqueo, porque ya podía haberse molestado en avisarnos de que estaba interesado en nuestras plazas y no enterarnos por terceros. Al final, nos hemos enterado de que hay otro motivo más [modo Salvame de luxe ON], el sentimental, y es que por lo visto está saliendo con alguien de esta ciudad y quiere venirse para lo que ustedes y yo sabemos [modo Salvame de luxe OFF].
Vamos, que yo no digo que no tenga derecho a pedir nuestras plazas, faltaría. Sino que, según ha llegado a nuestros receptores auditivos, alguien podría estar metiendo mano para que así suceda. Y hasta ahí podíamos llegar. Que si hay algo que siempre me ha jodido mucho, pero mucho, es lo de "quítate tú pa' ponerme yo". Porque no me da la gana. Lo que me pone de muy mal humor, como estuve un par de días.
La semana pasada tenía claro que todo saldría antes de Navidad; luego en una reunión que tuvimos parece que no, que sería después de Reyes. El viernes pasado salió publicado una cosa que tiene una relación tangencial pero que ha puesto a todo el mundo nervioso porque ha acelerado el proceso y a estas alturas ya no sabemos dónde nos comeremos el turrón. Ese mismo viernes estuve con la compañera que también se halla en peligro mirando la letra pequeña de la convocatoria y haciendo interpretaciones para comprobar si teníamos todos los puntos en determinadas áreas. Un desquicie, vamos. A estas alturas, lo único que tengo claro es esa sensación indefinida en el estómago de que acabaré en la capital del Imperio galáctico. Lo intuyo, he visto el futuro en una revelación jedi y se que está ahí. No es que sea pesimista, no, soy un optimista realista.
En fin, que ya me he comido suficientemente la cabeza. Y ahora ustedes se lo leen. Casi nada. A veces me gustaría ser como la prota de Bailar en la oscuridad y olvidarme de esta letanía soñando que me hallo en un musical hollywoodiense.
3 comentarios:
Respira hondo y no lo pienses más.
Ay ay ay, a mi cuando estuve por allí me dijeron que entre ambas islas había una fosa profundíiiiiisima. Tranquilidad hombre, que seguro que no te toca atravesar tan procelosas aguas.
Rickisimus, si intento no pensar pero mi neurona está bloqueada con el tema.
AdMiles, en esa fosa me gustaría ver a más de un@, no creas.
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