Ayer saltaba la noticia a la prensa. Había desaparecido el Códice Calixtino de la Catedral de Santiago de Compostela, un manuscrito iluminado del siglo XII que es una de las joyas medievales de este país. Sorprende no tanto el hecho del hurto, que se producen con mucha frecuencia en este país, sino dónde se realizó y el objeto del mismo, una joya literaria, histórica y artística que no tiene valor.
En realidad, conociendo cómo de bien conservado, cuidado y vigilado se halla nuestro patrimonio lo que llama la atención es que este tipo de actuaciones no se prodiguen más. Y no es por ser alarmista pero es así. Es verdad que en los últimos años se ha avanzado bastante pero no lo suficiente; un descuido, confianza ciega en personas, falta de recursos principalmente económicos provocan que cualquiera que tenga unos mínimos medios se haga con abundante material protegido. Aún recuerdo ir a investigar hace algunos años a cierto archivo de cierta catedral donde para consultar los libros del siglo XVI o XVII te ponían en una mesa pequeña ubicada en un pasillo por el que pasaban los visitantes del museo sin ningún tipo de vigilancia (situación que ha mejorado notablemente).
Vivimos en un país que tiene un patrimonio cultural de gran riqueza. Digo cultural porque no se trata únicamente de patrimonio artístico, ya sea arquitectónico, escultórico o pictórico, y que suele ser lo más conocido por llamativo o por más publicitado. También tenemos un patrimonio natural, documental y cultural en sus más diversas acepciones (fiestas, gastronomía, etc) que en nada debería envidiar a la gran mayoría de países. Y no somos conscientes de ello y así nos va. No lo cuidamos ni lo protegemos ni lo mantenemos en las condiciones más idóneas; y ya no es que no le prestemos atención que se merecen, es que encima lo maltratamos. Cuando estaba haciendo los cursos de doctorado, siglos ha, hice uno sobre la evolución del paisaje en esta isla desde que fueron incorporadas a la Corona de Castilla; el profesor que lo dio había hecho su tesis utilizando para ello la documentación existente (notarial, inquisitorial, judicial, etc) y comentaba cómo algún investigador canadiense se había asombrado de que hubiese podido hacerlo en plazo tan grande (quinientos años) porque él no había podido pasar de ciento cincuenta años atrás. Y eso gracias a la conservación de ese patrimonio documental.
Y no voy a entrar en el debate sobre el patrimonio que conserva la Iglesia porque mi opinión es que, al ser patrimonio nacional, debería estar en manos del Estado. En su totalidad. Pero eso no sucederá porque no le damos importancia o no quieren que se la demos. Luego vendrán las lamentaciones cuando ya no haya remedio. Como siempre.
En realidad, conociendo cómo de bien conservado, cuidado y vigilado se halla nuestro patrimonio lo que llama la atención es que este tipo de actuaciones no se prodiguen más. Y no es por ser alarmista pero es así. Es verdad que en los últimos años se ha avanzado bastante pero no lo suficiente; un descuido, confianza ciega en personas, falta de recursos principalmente económicos provocan que cualquiera que tenga unos mínimos medios se haga con abundante material protegido. Aún recuerdo ir a investigar hace algunos años a cierto archivo de cierta catedral donde para consultar los libros del siglo XVI o XVII te ponían en una mesa pequeña ubicada en un pasillo por el que pasaban los visitantes del museo sin ningún tipo de vigilancia (situación que ha mejorado notablemente).
Vivimos en un país que tiene un patrimonio cultural de gran riqueza. Digo cultural porque no se trata únicamente de patrimonio artístico, ya sea arquitectónico, escultórico o pictórico, y que suele ser lo más conocido por llamativo o por más publicitado. También tenemos un patrimonio natural, documental y cultural en sus más diversas acepciones (fiestas, gastronomía, etc) que en nada debería envidiar a la gran mayoría de países. Y no somos conscientes de ello y así nos va. No lo cuidamos ni lo protegemos ni lo mantenemos en las condiciones más idóneas; y ya no es que no le prestemos atención que se merecen, es que encima lo maltratamos. Cuando estaba haciendo los cursos de doctorado, siglos ha, hice uno sobre la evolución del paisaje en esta isla desde que fueron incorporadas a la Corona de Castilla; el profesor que lo dio había hecho su tesis utilizando para ello la documentación existente (notarial, inquisitorial, judicial, etc) y comentaba cómo algún investigador canadiense se había asombrado de que hubiese podido hacerlo en plazo tan grande (quinientos años) porque él no había podido pasar de ciento cincuenta años atrás. Y eso gracias a la conservación de ese patrimonio documental.
Y no voy a entrar en el debate sobre el patrimonio que conserva la Iglesia porque mi opinión es que, al ser patrimonio nacional, debería estar en manos del Estado. En su totalidad. Pero eso no sucederá porque no le damos importancia o no quieren que se la demos. Luego vendrán las lamentaciones cuando ya no haya remedio. Como siempre.
5 comentarios:
A esto se le está dando cierta relevancia en los medios de comunicación pero ni mucho menos la que tiene, esto es el robo del siglo, no estamos hablando de que se hayan llevado la imagen de la patrona de un pueblo de una perdida ermita en medio del monte, es como si se hubieran llevado las Meninas del Prado, tienen que rodar cabezas, sean civiles o eclesiásticas.
Pero, como casi siempre, no pasará nada porque aquí nadie asume su responsabilidad. Y si no tiempo al tiempo. Un documento de valor incalculable y estaba en una caja fuerte en una catedral ¡viva la seguridad!
Qué vida azarosa la de los documentos. Recuérdame que un día que tengamos tiempo te cuente lo del Palimpsesto de Arquímedes y mi (muy lejana) relación con él...
Estarà en manos, ahora, de un coleccionista privado...què vergüenza la de los responsables del ciudado del patrimonio.
Sufur, no se porqué me da que esa relación no es todo lo satisfactoria que debería XD
Eleuterio, espero que aún no haya salido del país pero da igual, el daño ya está hecho. Vergüenza y oprobio, como decían antes, pero ya verás que no dimitirá nadie ni habrá ceses.
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