De eroticas

Al final no me fui a la playa ayer domingo, no porque no quisiera sino porque mi amigo prefirió salir de marcha. Así que el sábadonoche nos fuimos a los sures a divertirnos un poco. Lo pasé bastante bien y eso que de vez en cuando me quedaba solo porque el otro se iba de caza mayor, pero bueno tampoco me importaba mucho y por un amigo se hacen esas cosas y más. Mucho guiri y también producto nacional aunque menos de lo que esperaba, teniendo en cuenta que estábamos de puente.
Eso si, muchas miraditas, roces y poco más, que el cuerpo solo estaba para bailoteo esa noche. Y si alguien intentó algo más pues, la verdad, es que ni me enteré.

Y todo este preámbulo para apuntar algo que comentamos esa noche, muy al principio en una terraza. Hablando de ligoteos y demás asuntos banales, le comenté a este amigo los supuestos intentos de ligue que había sufrido estando en pareja y el interés que puede despertar alguien que está casado, algo que ya he comentado más atrás. Y él me dijo que era la erótica del casado, una derivada de la famosa teoría de la erótica del poder. Me gustó el término y me reí un buen rato. Y ahí estuvimos divagando sobre si los que se emparejan desarrollan una feromona especial que atrae a algunos porque no es normal. Pasas de un estado de invisibilidad o semi a una exposición total. Y encima parece que atraes a los moscones. O puede que esta gente tiene un sentido especial para detectar a los emparejados. En fin, pseudofilosofía a la una de la madrugada de un sábadonoche.

Entre que ya he perdido mucho la costumbre de trasnochar, que necesito una cura de reposo y que ya no está uno para estos trotes, además de que solo dormí como cuatro horas, ayer domingo estaba como esta canción. Eso sí, quitando lo del alcohol y el fumar.



Y a empezar bien la semana.