Estos días atrás he estado un poco ganso. Bueno, un poco no, un mucho, quizás demasiado. No tenía ganas de na' excepto estar botado en casa haciendo el gandul. Hasta ayer lunes que mi vieja amiga enemiga la migraña atacó desde el domingo por la noche y me forzó a quedarme en casa. Pero vamos, que ya estoy mucho mejor aunque ahí sigue, en la sombra.
La semana pasada vino por mi trabajo una amiga y me dejó un detallito de un viaje reciente que hizo por Alemania. Con ella y el resto del grupo de amigos siempre nos hacemos algún regalo cuando nos vamos de viaje, una chorrada, un detalle, una bobería para acordarte de ellos. No se quien empezó la costumbre pero creo que fue allá por los noventa porque cuando me fui a vivir con mi pareja, hace ya casi ocho años, tenía ya un grupo bastante amplio de este tipo de recuerdos de todas partes que no hacían más que atraer polvo. Y ahí siguen en la bolsa de la mudanza.
Después de eso me puse un poco respondón y reclamé que no me trajeran cosas inútiles, si querían traer algo que fuese de comer o me pudiese poner. Así que hubo una época que me harté a dulces turcos y pastelería regional de la Península, al tiempo que me traían algunas cosas más útiles como un par de camisetas. Eso sí, no he podido librarme de algunos detalles que les recuerda mi vena friki, siempre que pueden. Esta amiga estuvo en Berlín, en la tienda Lego y cuando vio lo de abajo se acordó de mí y me lo trajo. Si es que no puede ser...
Lo peor es que por Reyes de este año mi pareja me había regalado otro llavero.
Si es que no se pueden poner las cosas tan fáciles, hombreya.
La semana pasada vino por mi trabajo una amiga y me dejó un detallito de un viaje reciente que hizo por Alemania. Con ella y el resto del grupo de amigos siempre nos hacemos algún regalo cuando nos vamos de viaje, una chorrada, un detalle, una bobería para acordarte de ellos. No se quien empezó la costumbre pero creo que fue allá por los noventa porque cuando me fui a vivir con mi pareja, hace ya casi ocho años, tenía ya un grupo bastante amplio de este tipo de recuerdos de todas partes que no hacían más que atraer polvo. Y ahí siguen en la bolsa de la mudanza.
Después de eso me puse un poco respondón y reclamé que no me trajeran cosas inútiles, si querían traer algo que fuese de comer o me pudiese poner. Así que hubo una época que me harté a dulces turcos y pastelería regional de la Península, al tiempo que me traían algunas cosas más útiles como un par de camisetas. Eso sí, no he podido librarme de algunos detalles que les recuerda mi vena friki, siempre que pueden. Esta amiga estuvo en Berlín, en la tienda Lego y cuando vio lo de abajo se acordó de mí y me lo trajo. Si es que no puede ser...
Lo peor es que por Reyes de este año mi pareja me había regalado otro llavero.
Si es que no se pueden poner las cosas tan fáciles, hombreya.
8 comentarios:
Berlín?
Y te trae un llavero de Jordi Pujol?
Ahí hay algo que no me acaba de cuadrar...
Sota, y eso que el Kuato ese es bastante cuadrado.
Jijiji es que hasta en Berlin cuando conocieron a nuestro Jordi...
Veremos a quien me encuentro en Amsterdam yo.. y que te traigo claro jejeje
Mac, es que jordi es muy conocido en el universo ;)
Hombre, es que ser el único calvo despeinado de la galaxia tiene su mérito, no lo neguemos...
Sota, y esas matas en las orejas tienen su aquel ^^
el llavero es genial
¿y si llevas los dos llaveros? :)
me alegro que estés mejor de la migraña, besitos cielo
Grace los llaveros ya los tiene...para mi que le traigo unas setas alucinógenas por que mira que decir que los pelos de las orejas tienen su aquel...¿Star?..si es casi un clon de Yoda..Te casas en dos semanas ¿y te pones con Yoda Pujol?
Me asustas
Publicar un comentario