Perrea perrea

Este fin de semana no he hecho nada. Exclusivamente perrear en el sillón, enganchadisisisimo a Perdidos, y con las oportunas visitas a la cocina en busca de provisiones y al baño para aligerar el peso. Y ratitos para cariños y mimos, que también son necesarios. Vamos, que tengo el sillón como el de Homer, casi amoldado a la figura de mi cuerpo.

La única salida que se puede llamar como tal fue el sábado por la noche a casa de una amiga, que había vuelto de pasar un mes de vacaciones familiares en el norte de la Hispania, y nos invitó a un picoteo para ponernos al día y pasar un buen rato. Mi pareja le contó que estaba asombrado por mi actitud, la de estar por las tardes botado en el sillón enchufado a una serie, acostumbrado a verme siempre trasteando con cursos, escribiendo o haciendo cualquier cosa por ahí. Pero la verdad es que estaba un poco como muerto y necesitaba descansar de todo. Así que salidas, las muy justitas, y el resto a descansar, que esta semana se prevé nuevamente movidita. A ver si dejo ya cerradas un par de cosas de la boda y vamos acabando.

Lo de Perdidos no tiene nombre. Yo pensaba terminar la segunda temporada este fin de semana. Ja. Y ja. Al ritmo que he ido prácticamente me he ventilado la tercera también, sólo me quedan los dos últimos episodios que los he dejado para esta noche. Que enganche, señor. Y eso que me he puesto con otras series, que el fin de semana me vi un par de episodios de The closer y sigo con Nurse Jackie. Y aproveché para verme la tercera parte de Ice Age, flojita aunque me sigo partiendo de risa con Scrat, la ardilla, que esta vez encuentra la horma de su zapato. Es la mejor junto con Buck, un nuevo personaje. La música de John Powell está genial, vibrante, animada y con mucho sentido del humor.