Princesas, sapos y musica

Conozco a algunos que aprovechan a sus hijos (y lo mismo es válido para los sobrinos) para hacer cosas que en principio se supone no deben hacer, por la edad y el rollo de la madurez, bla bla bla, se entiende. A mí eso siempre me ha dado bastante igual, teniendo en cuenta que mi edad mental para algunos asuntos sigue siendo la de un niño de cuatro seis años.

Así que el lunes por la tarde me llevé a mis dos sobrinas a ver la última película de Disney: Tiana y el sapo. Qué voy a contar de una película de Disney que no sepamos ya a estas alturas. Pues eso, que es bastante previsible, una historia sencilla y sin complicaciones y totalmente enfocada a los niños. Pero que quieren qué les diga, me gustó. Me gustó el estilo del de dibujo, en especial una de las canciones en la que se imagina con su restaurante y dibujada al estilo años 20; me gustaron algunos personajes (al villano lo habría hecho un poco más malvado, había material para eso y hubiera pasado a la historia), que se halla embientada en Nueva Orleans (incluyendo el Mardi Grass) y, sobre todo, la música.

Aunque en los últimos años el estilo de las canciones no había sido del gusto general, esta vez han decidido pasar de todo y lanzarse a hacer un musical, como en los viejos tiempos de Ashman y Menken, con la ayuda de Randy Newman, el compositor habitual de las primeras películas de Pixar (Toy Story, Bichos, Monstruos SA...). Y la verdad es que el estilo jazzístico y algo loco de Newman le viene a la peli que ni pintado; las canciones son divertidas, emocionan cuando deben y son de lo mejorcito que se ha visto en las películas de Disney en las últimas décadas. Ahí va una muestra.