The return of the padawan

Como ya dije el viernes, ese día me fuí a Coruscant, estooo, la capital imperial de esta galaxia tan irrelevante como cualquier otra. A pesar de mis desvelos, o tal vez por eso mismo, no fui seducido por el reverso tenebroso. Otra vez será. La verdad es que a pesar de ir por motivos de trabajo me lo pasé bien; te encuentras con los compañeros, haces una especie de catarsis colectiva + terapia de grupo contando nuestras penalidades (ja) y luego nos fuimos unos cuantos a comer a La Laguna. Vamos, que llegué al aeropuerto con el tiempo justo para pasar la zona de seguridad, embarcar y coger el avión (menos mal que en la ida me dieron las dos tarjetas de embarque). Aquí un par de momentos del vuelo.

Dejando atrás Coruscant

Una vista de la mayor parte de Tattoine

Al menos el fin de semana ha sido tranquilito. El sábado por la mañana quedé con María, una buena amiga, y nos fuimos a tomar un cafecito a las Canteras. Allí nos pusimos al día, hablamos de muchas cosas, de trabajo, de la familia y también hicimos un poco de terapia dual sobre parejas, jejeje.

Por la noche, algunos colegas habían quedado para ir al parque Santa Catalina y hacer la primera visita a los chiringays del carnaval (sí, ya empezaron otro año más, el viernes fue el pregón) pero ya me había comprometido para celebrar el cumpleaños de otra amiga. Así que allá que nos fuimos el grupo al pueblo de T., ese que es una especie de Soria climática en Canarias, a comer y ponernos estupendos cebarnos. Y poco más, que T. y la pareja de un colega trabajaban el domingo y tenían que madrugar; así que nos retiramos como la Cenicienta.

Menos mal que siempre queda el domingo para dormir, descansar y dedicarse a los placeres preferidos (sí, eso mismo).