Kit-kat

Este post está más programado que la victoria de la Esteban en el Mira quien baila anadea, Más que baile chiqui chiqui, Toma baile contorsionismo o como quiera que se llame el programa de marras. Cuando salga hoy (mañana para mí) estaré, de nuevo, en el malvado Imperio Galáctico. Y, para mayor ahondamiento, me instalo en el centro religioso de este régimen imperial también conocido como el Paulinato.

El motivo es, ni más ni menos, que el encuentro de la asociación de mi gremio, que suele ser cada dos años más o menos, y que va cambiando de isla cada vez que se celebra. Y ya se sabe qué pasa en estos encuentros, que lo de menos es oir las ponencias y demás cosas relacionadas con la profesión, y lo más es encontrarte con los colegas, comer como carpantas pajaritos y disfrutar de la ocasión. El peligro es que casi todos nos quedamos en el mismo hotel (la mayoría viene de fuera de la isla y nos hacen un precio bastante bueno) que encima tiene piscina y está al lado de la costa. A ver, si vemos la relación y la consecuencia: calorazo - piscina, calorazo - piscina, calorazo - piscina... Mi cerebro unineuronal ya se ha rendido a la ecuación y puse el bañador en el bolso. Lo se, lo se pero qué quieren que haga, la carne es débil y desde que me bajé del avión no tengo ninguna fuerza de voluntad, me dejo llevar. Así que es lo que hay.

Lo malo es que me pierdo la excursión del sábado porque me vengo al mediodía. Es lo que tiene tener amigos que cumplen hoy los cuarenta y deciden celebrarlo con un macroasadero.

Así que buen fin de semana y espero volver de una pieza.