Llevo una semana extraña.
Dentro de un mes comienza el encuentro que cada dos años se organiza por estos lugares para que los estudiosos del pasado presenten sus aportaciones investigadoras (ehem, ehem) al mundillo científico (cof cof). Es un must, un lugar de encuentro al que tienes que ir y dejarte ver un poco, que si no van pensando que has pasado a mejor vida, en todos los sentidos. Como casi siempre, y dado que uno es un pelín masoquista, el que suscribe se ha presentado para realizar su pequeña contribución. Ahora que por motivos laborales ya no puedo acudir a las fuentes originales, he decidido desempolvar la colección privada de fotocopias documentales e ir sacando cosillas que tenía por ahí y a las que apenas le había dedicado atención. Y en esas estamos, intentando redactar algo decente para pasar el trago. En realidad, lo tengo todo en la cabeza, la estructura, lo que quiero desarrollar, las conclusiones, etc., y ya anda algo avanzado pero se supone que esta semana iba a ser el relanzamiento y nada, se ha quedado en un bluff.
En parte la culpa la tiene mi cabeza, esa que hoy por hoy cambiaría por la de cualquiera que me diese menos la lata. Llevo desde el domingo en plan yenka (izquierda izquierda, derecha derecha) con la migraña y de hecho el lunes no vine a trabajar por eso mismo. Encima el calor y bochorno que hizo esos días no ayudó nada y hasta el miércoles no remitió, aunque aún ayer tenía esa sensación de que quería continuar con la fiesta. Así que ni escribir ni nada de nada, perreo total y absoluto.
Para rematar la faena, en mi trabajo me están convirtiendo en una especie de mensajero de la muerte, justo el paso previo antes de que te coloquen la cabeza de caballo. El martes cuando llego a mi oficina, abro el correo y veo que tengo una reunión por videoconferencia justo en un par de horas (es lo que tiene la bicefalia compartida en esta mi comunidad). Así que allí me veo, solito en una sala de reuniones viendo un pantallazo donde están mis jefes supremos que desde la capital del imperio empiezan a intentar darle un avance a cosas tan apasionantes como la modernización administrativa (porque se acercan las elecciones, por si no se han dado cuenta). Yo, que soy el último mono de esta casa, no hacía sino asentir, mucho "aha... claro, claro... por supuesto", e intentando poner cara de interesado, aunque ya sabía que a nosotros (mi jefe del ramo y yo mismo) no nos podía decir nada nuevo que ya habíamos hecho nuestra parte. Hasta que la jefa se gira, me mira a través de la pantalla y me suelta: "oye starfi, ya que estás ahí, por qué no te hablas con fulano y recuérdale e insístele para que haga esto y esto, que es urgente". Fulano es jefe de servicio. De un servicio que ocupa una planta entera. De esos que mandan, y mucho, pero que es un dejado para ciertas cosas que debe hacer. Algo se me debió notar en la cara porque acto seguido me volvió a soltar: "y le dices que esto viene de la consejera". Vamos, de la JEFA suprema. Ouchssss, con el poder hemos topado.
Al día siguiente vine preparado para la misión, bien vestido, nada de camisetas frikis, afeitado, y con las dosis justa de valentía, que estas cosas nunca me han gustado demasiado. Y allí que me planté. Ganas tenía de empezar diciendo aquello de "Tengo una oferta que no podrás rechazar", pero como que no, que luego te miran raro y ya tengo bastante con ser el bicho raro de los papeles viejos. Tuvimos una conversación corta, para lo que suelen ser estas cosas, en la que fulanito se quiso sacar el muerto de encima. Viendo que la cosa no avanzaba, le dije para acabar y como quien no quiere la cosa: "mira, yo soy un mandado de la jefa suprema, y además es lo que dice la ley". Luego estuve hablando largo rato con un subordinado suyo, que podría ocupar perfectamente el lugar de fulanito, e hicimos terapia sobre organización, jefes y demás.
Dentro de un mes comienza el encuentro que cada dos años se organiza por estos lugares para que los estudiosos del pasado presenten sus aportaciones investigadoras (ehem, ehem) al mundillo científico (cof cof). Es un must, un lugar de encuentro al que tienes que ir y dejarte ver un poco, que si no van pensando que has pasado a mejor vida, en todos los sentidos. Como casi siempre, y dado que uno es un pelín masoquista, el que suscribe se ha presentado para realizar su pequeña contribución. Ahora que por motivos laborales ya no puedo acudir a las fuentes originales, he decidido desempolvar la colección privada de fotocopias documentales e ir sacando cosillas que tenía por ahí y a las que apenas le había dedicado atención. Y en esas estamos, intentando redactar algo decente para pasar el trago. En realidad, lo tengo todo en la cabeza, la estructura, lo que quiero desarrollar, las conclusiones, etc., y ya anda algo avanzado pero se supone que esta semana iba a ser el relanzamiento y nada, se ha quedado en un bluff.
En parte la culpa la tiene mi cabeza, esa que hoy por hoy cambiaría por la de cualquiera que me diese menos la lata. Llevo desde el domingo en plan yenka (izquierda izquierda, derecha derecha) con la migraña y de hecho el lunes no vine a trabajar por eso mismo. Encima el calor y bochorno que hizo esos días no ayudó nada y hasta el miércoles no remitió, aunque aún ayer tenía esa sensación de que quería continuar con la fiesta. Así que ni escribir ni nada de nada, perreo total y absoluto.
Para rematar la faena, en mi trabajo me están convirtiendo en una especie de mensajero de la muerte, justo el paso previo antes de que te coloquen la cabeza de caballo. El martes cuando llego a mi oficina, abro el correo y veo que tengo una reunión por videoconferencia justo en un par de horas (es lo que tiene la bicefalia compartida en esta mi comunidad). Así que allí me veo, solito en una sala de reuniones viendo un pantallazo donde están mis jefes supremos que desde la capital del imperio empiezan a intentar darle un avance a cosas tan apasionantes como la modernización administrativa (porque se acercan las elecciones, por si no se han dado cuenta). Yo, que soy el último mono de esta casa, no hacía sino asentir, mucho "aha... claro, claro... por supuesto", e intentando poner cara de interesado, aunque ya sabía que a nosotros (mi jefe del ramo y yo mismo) no nos podía decir nada nuevo que ya habíamos hecho nuestra parte. Hasta que la jefa se gira, me mira a través de la pantalla y me suelta: "oye starfi, ya que estás ahí, por qué no te hablas con fulano y recuérdale e insístele para que haga esto y esto, que es urgente". Fulano es jefe de servicio. De un servicio que ocupa una planta entera. De esos que mandan, y mucho, pero que es un dejado para ciertas cosas que debe hacer. Algo se me debió notar en la cara porque acto seguido me volvió a soltar: "y le dices que esto viene de la consejera". Vamos, de la JEFA suprema. Ouchssss, con el poder hemos topado.
Al día siguiente vine preparado para la misión, bien vestido, nada de camisetas frikis, afeitado, y con las dosis justa de valentía, que estas cosas nunca me han gustado demasiado. Y allí que me planté. Ganas tenía de empezar diciendo aquello de "Tengo una oferta que no podrás rechazar", pero como que no, que luego te miran raro y ya tengo bastante con ser el bicho raro de los papeles viejos. Tuvimos una conversación corta, para lo que suelen ser estas cosas, en la que fulanito se quiso sacar el muerto de encima. Viendo que la cosa no avanzaba, le dije para acabar y como quien no quiere la cosa: "mira, yo soy un mandado de la jefa suprema, y además es lo que dice la ley". Luego estuve hablando largo rato con un subordinado suyo, que podría ocupar perfectamente el lugar de fulanito, e hicimos terapia sobre organización, jefes y demás.
Para acabar un poco de música.
6 comentarios:
estupendo, irónico, ácido y genial como siempre, alegras este día lluvioso de profundo otoño que hace aquí en mi pueblo
Julianen, me alegro que te haya gustado, gracias por venir ;)
Nene, de que va tu investigación, de que va el congreso? Puedo venir? Aquí hace un frio que pela, porfi, porfi, porfi
Casta, lo mío es de Historia, pero hay una sección de Historia del Arte. Si haces algo sobre Canarias, América o del Atlántico, vente, que además el tiempo suele estar estupendo ;)
Estoooo, teneis algun ejemplar de la Iconographia de van Dyck? que ahora lo tengo muy por la mano y os hago un estudio la mar de molón en un plis-plas
Jajaja, dudo que tengamos un ejemplar. De todas maneras, siempre hemos tenido una relación complicada con la pérfida Albion, a pesar de que van Dyck sea flamenco ;)
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