martes, 1 de febrero de 2011

Con el agua hasta el cuello

Si hay algo que me fastidia enormemente, y que el tiempo que llevo currando en la Administración no hace sino reafirmar constantemente, es la imprevisión en cosas lógicas para el resto del mundo y el gasto de dineros que no son suyos y no le duelen nada en esta nuestra comunidad.

A ver, hoy propongo un test de agudeza lógica que diría Forges. Ya saben que hace poco me mudé a un edificio nuevo (en el que se han gastado para remodelarlo una pasta que tiene siete dígitos en euros). Supongo que también saben, y si no se lo digo yo, que este fin de semana ha llovido lo que no está escrito en esta isla. ¿Adivinan lo que ha pasado? Venga, que no es tan difícil. Pues eso, que se ha inundado, sobre todo el garage. ¿Y donde se halla mi depósito? Exacto, al lado del garage. Vamos, un auténtico despropósito que debería haberse previsto si alguien hubiese tenido dos dedos de frente.



La cosa no ha sido tan mala como podría haber sido, principalmente porque ya había colocado casi todo, pero algunas cajas sí que se mojaron y me llevó toda la mañana de ayer y parte de la tarde sacar todos los archivadores mojados de las cajas de mudanza, sacar los expedientes y ponerlos donde buenamente podía para que se fueran secando poco a poco. Podría haber sido peor pero eso no es consuelo, y si encima viene tu jefa y dice en voz alta que tampoco es para tanto entonces añoras no ser Medusa y mirarla fijamente durante un minuto para que se convierta en puro granito. Dentro del depósito había un charco de agua que parecía el Atlántico y tenía que cruzarlo constantemente porque les dije a las chicas de la limpieza que ni se acercaran a él y lo dejaran como está porque hoy vienen los peces gordos a hacer una visita y quiero que lo vean todo tal cual, a ver qué dicen.



La verdad es que todo esto es desalentador, te deja los ánimos por los suelos más que nada porque ves que no puedes hacer gran cosa por no tener medios. Eso sí, he sacado unas cuantas fotos para tener un testimonio gráfico por si acaso, que ya me huelo por donde van a ir los tiros. Y no cuento de cómo se inundó un cuarto que tenía un servicio al otro lado y les dejó la documentación que allí pusieron porque no quiero pasar más verguenza. Ni de cómo se cayó el sistema y no funcionaban los teléfonos ni los ordenadores hasta media mañana.

Y yo que quería hablar de otra cosa. A ver si mañana.


2 comentarios:

Sufur dijo...

¡Glu glu!

Ya nos contarás qué dicen los peces gordos. Siendo peces, digo yo que nadarán bien en las procelosas aguas de la inundación...

starfighter dijo...

Sufur, y tanto que nadan bien, que ni los vi. Mi jefa se ha ido unos días así que no se nada, a ver si vuelve antes de que me vaya y me cuenta algo.