martes, 7 de septiembre de 2010

La alegría de la huerta

Anoche escribí esta entrada y me salió un poco tristona. Hoy me he levantado un poco mejor y pensé en modificarla o escribir otra nueva porque no quiero, no me gusta, estar así. Pero mientras venía al trabajo pensé que bueno, esto es lo que hay. Y que lo descrito más abajo es cómo he estado los últimos días así que se queda como estaba.

Lo cierto es que llevo varios días un poco desanimado y apático. No creo que sea depresión postvacacional ni la crisis de los cuarenta ni que el otoño haya llegado antes de tiempo. Es sencillamente que me ha tocado unos días con el ánimo un poco bajo, que ya es raro porque no suelo ser de esos de carácter melancólico o tristón.

En realidad, sí que se cuáles son las causas y ambas son externas, vamos, que no he tenido poder para alterar su curso. Una es mi marido y sus oposiciones. T. anda muy depre y con el ánimo por los suelos desde que salió la nota del examen práctico justo antes de irnos de viaje. Aprobó y sacó una muy buena nota pero dos competidores sacaron una nota algo mejor; puso una reclamación sobre la marcha pero todavía no han dicho nada y creemos que no servirá de nada. Lo peor es que nada sirve para animarle y anda por ahí con un humor de perros y apático; aunque en el viaje se distrajo un poco y se lo pasó relativamente bien no iba con el mejor de los ánimos y eso se notó. Además, todo el tema de las oposiciones está muy enrarecido; una compañera que ya no tiene nada que hacer le ha comentado que va a impugnar ese examen (y con alguna que otra razón justificada, otra cosa es que lo admitan) con lo que la cosa se puede prolongar más aún.

La otra es que me pasé medio fin de semana en un tanatorio porque falleció la madre de uno de mis mejores amigos. Conozco a toda la familia desde hace muchísimo tiempo y aunque era de esperar, tenía una enfermedad degenerativa, no por eso el palo es menor. Antes de mis vacaciones estuvo ingresada unos días y la fui a ver, estuvimos hablando un rato y me dio recuerdos para mis padres. Me encantaba ese acento andaluz cerrado (los padres de mi amigo son malagueños) a pesar de llevar aquí media vida, y que siempre que fuese a su casa te invitaba a comer, merendar o cenar, y casi que salías comiendo algo de allí.

Vamos, que era la alegría de la huerta. Pero, como decía al comienzo, esta mañana me levanté con el pie derecho y de mejor humor. A ver si continua y entre hoy y mañana (que aquí es fiesta) me voy despejando un poco.



6 comentarios:

Héctor Desterrado dijo...

Anímese usted, hombre, que si estuviera en Burgos estaría disfrutando de 18 grados de temperatura...
A mí el síndrome postvacacional me afecta desde los 8 años. Y tengo un truco: rápidamente, me pongo a organizar viajecitos inminentes y actividades para el nuevo curso. Así se pasa algo. !)

starfighter dijo...

Hector, o nada como irte de compras con tu chico como hice ayer por la tarde, y algo hizo porque me levanté mejor. GRacias ;)

Sufur dijo...

Bueno, como he dicho alguna vez, no es necesariamente malo tener unos días de bajón... vivimos en un mundo en el que parece que es obligatorio estar siempre como unas castañuelas, y eso tiene mucho peligro: a eso se le conoce como la trampa de la felicidad. La tristeza, la melancolía, el mal humor, todas esas cosas tienen una función y un papel inevitable en la vida. No son cosas que debamos ocultar debajo de la alfombra. Eso sí, te aseguro que vendrán días mejores. Un fuerte abrazo

starfighter dijo...

Sufur, más razón que un santo, que diría mi madre. Nunca me ha gustado estar triste pero de vez en cuando está bien para disfrutar más de los buenos momentos. Un besazo ;)

Eleuterio dijo...

Empecé a trabajar en el teatro y no me sentí muy distinto, por razones, más bien, profesionales.

Es que la lluvia y el frío alemane sno ayudan tampoco. Suerte que tienes más sol para disfrutar.

starfighter dijo...

Eleuterio, la verdad es que sí, ayer me eché un salto a la playa por la tarde y estuvo muy bien para cargar las pilas. Bienvenido ;)