martes, 29 de enero de 2008

De sueños y ancestros

Anoche soñé con mi abuela. Con una de ellas. No, no fue una especie de visita del fantasma de las navidades pasadas ni nada por el estilo. Simplemente, mi subconsciente se puso a soñar y entonces volvía a tener ocho o nueve años, era sábado e iba a casa de mis abuelos con mi hermana a jugar, a leer, a divertirme en definitiva. Yo era su ojito derecho y mi hermana el de mi abuelo; mi padre siempre dice que por mí hubiera hecho cualquier cosa. Y, a veces, me acuerdo de ella.
Esta mañana, al despertarme, me acordaba del sueño, cosa bastante rara en mí. Y me han venido otros recuerdos, no sólo de esta abuela (la madre de mi madre) sino de la otra. Y era una cosa bastante rara estar tumbado en la cama, en la duermevela y acordarte de personas que hace mucho tiempo se fueron, en mi caso hace más de veinte años. Y me emociono, a veces soy un poco sentimental que se le va a hacer, porque me hubiese gustado conocerlas un poco más, claro que con ocho o nueve años tampoco le puedes pedir a un chiquillo que se ponga a hablar con sus abuelas. Aunque de algunas cosas sí que me acuerdo como si las hubiese vivido ayer. Por ejemplo, mi otra abuela (la madre de mi padre) le gustaba contar cosas sobre su infancia en Fuerteventura; ella, y mi abuelo, eran de allí y contaban historias que a mi se me antojaban extrañas. Una de ellas era sobre la luz de Mafasca que ella había visto y recuerdo que me ponían los pelos de punta.
Y todo esto venía porqueeee... pues porque a veces me gusta recordar a la gente que ya no está aquí, aunque solo sea en sueños. Tal vez sea mejor así.

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