Hay quien dice que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor. Esta es una afirmación, que no verdad, discutida, discutible y cuanto menos relativa y totalmente subjetiva. Que la memoria de cada uno es muy selectiva y muy puñetera y recordamos los "buenos" momentos, aquellos en los que disfrutamos, lo pasamos bien o, al menos, no había cosas reseñables mientras que los más desafortunados van cayendo en el pozo del olvido. Que no es muy hondo, porque basta cualquier alteración para que salgan a flote. Como la mierda, sí, que siempre flota. Así que aquí van tres momentos personales de mi paso por los ochenta.
Muy poca gente sabe, que yo recuerde en estos momentos lo cual es mucho decir, que tuve que repetir el último curso de la entonces llamada EGB. Y no fue porque suspendiera, que me tenían, no se si con razón o no, por uno de esos estudiantes que lo aprobaban todo pero sin ser los empollones de la clase. Vamos, de la clase media media. Pues eso, que repetí porque cuando allá a mediados de los setenta ingresé en la escuela pública para hacer la EGB me pasaron directamente a segundo y me pegué todo ese tramo adelantado un año. Así que imagínense un pingajo con gafas rodeado de gente mayor al menos un año (añadan los típicos repetidores) durante siete años. Bastante hice con sobrevivir. Encima, el año que estaba repitiendo me dieron las chinas (también conocida como varicela) a finales de curso, justo cuando el profesor de ciencias estaba explicando la química del carbono, algo que nunca había visto.(que pasa, soy de letras). Menos mal que el día del examen, como éramos demasiados, eligieron a un grupo en el cual me incluyeron y nos llevaron a hacer el examen en la biblioteca, con lo que el copy-paste fue bestial. De algo tenía que valer que te tuviesen por una persona seria y formal. Incautos.
Ese fue el verano de El retorno del jedi, y tenía unas ganas de contar con una estrella de la muerte para acabar con el colegio...
El primer año que estuve en el instituto lo pasé mal. No jodidamente mal pero sí mal, básicamente porque por aquel entonces seguía teniendo pinta de pingajo con gafas y más de uno pensaba que tenía barra libre para meterse conmigo. Para colmo de males me había inscrito en un instituto masculino concertado donde aún había cierta disciplina. Creo que algo cambió cuando, casi a finales de curso, en un rato entre clases, un compañero se empezó a meter conmigo y le arreé dos guantazos y le eché las manos al cuello y comencé a apretar. Justo en ese momento entró la profesora de inglés y nos mandó a ver al jefe de estudios. El resto de la clase se había quedado un poco sorprendida por la reacción y, a partir de entonces, como que la cosa se relajó un poco. De hecho, hasta llegué a disfrutar de los dos últimos años de la secundaria y me llevé algo bueno de ella, como son dos de mis mejores amigos.
Cuatro años después, ya casi a finales de los ochenta, pasé a la Universidad. El primer día iba realmente acojonado, como siempre en esas situaciones; había llegado temprano y apoyado en la pared iba observando al personal. Ese mismo día conocí a una chica que vivía, y aún lo hace, casi al lado de la casa de mis padres, así que coincidíamos siempre en la guagua. Íbamos, veníamos, nos escaqueábamos juntos y aún seguimos siendo buenos amigos. Fue una de las que el año pasado estuvo en el viaje a Barcelona para celebrar los veinte años. De esos primeros días recuerdo la presentación del profesor de Historia del Arte, un cabronazo que al poco de empezar te suelta: "Ya saben que cuando acaben la carrera van a ir directamente al paro". Sí, ya lo sé, mamonazo, no hace falta que me lo recuerdes.
Muy poca gente sabe, que yo recuerde en estos momentos lo cual es mucho decir, que tuve que repetir el último curso de la entonces llamada EGB. Y no fue porque suspendiera, que me tenían, no se si con razón o no, por uno de esos estudiantes que lo aprobaban todo pero sin ser los empollones de la clase. Vamos, de la clase media media. Pues eso, que repetí porque cuando allá a mediados de los setenta ingresé en la escuela pública para hacer la EGB me pasaron directamente a segundo y me pegué todo ese tramo adelantado un año. Así que imagínense un pingajo con gafas rodeado de gente mayor al menos un año (añadan los típicos repetidores) durante siete años. Bastante hice con sobrevivir. Encima, el año que estaba repitiendo me dieron las chinas (también conocida como varicela) a finales de curso, justo cuando el profesor de ciencias estaba explicando la química del carbono, algo que nunca había visto.(que pasa, soy de letras). Menos mal que el día del examen, como éramos demasiados, eligieron a un grupo en el cual me incluyeron y nos llevaron a hacer el examen en la biblioteca, con lo que el copy-paste fue bestial. De algo tenía que valer que te tuviesen por una persona seria y formal. Incautos.
Ese fue el verano de El retorno del jedi, y tenía unas ganas de contar con una estrella de la muerte para acabar con el colegio...
El primer año que estuve en el instituto lo pasé mal. No jodidamente mal pero sí mal, básicamente porque por aquel entonces seguía teniendo pinta de pingajo con gafas y más de uno pensaba que tenía barra libre para meterse conmigo. Para colmo de males me había inscrito en un instituto masculino concertado donde aún había cierta disciplina. Creo que algo cambió cuando, casi a finales de curso, en un rato entre clases, un compañero se empezó a meter conmigo y le arreé dos guantazos y le eché las manos al cuello y comencé a apretar. Justo en ese momento entró la profesora de inglés y nos mandó a ver al jefe de estudios. El resto de la clase se había quedado un poco sorprendida por la reacción y, a partir de entonces, como que la cosa se relajó un poco. De hecho, hasta llegué a disfrutar de los dos últimos años de la secundaria y me llevé algo bueno de ella, como son dos de mis mejores amigos.
Cuatro años después, ya casi a finales de los ochenta, pasé a la Universidad. El primer día iba realmente acojonado, como siempre en esas situaciones; había llegado temprano y apoyado en la pared iba observando al personal. Ese mismo día conocí a una chica que vivía, y aún lo hace, casi al lado de la casa de mis padres, así que coincidíamos siempre en la guagua. Íbamos, veníamos, nos escaqueábamos juntos y aún seguimos siendo buenos amigos. Fue una de las que el año pasado estuvo en el viaje a Barcelona para celebrar los veinte años. De esos primeros días recuerdo la presentación del profesor de Historia del Arte, un cabronazo que al poco de empezar te suelta: "Ya saben que cuando acaben la carrera van a ir directamente al paro". Sí, ya lo sé, mamonazo, no hace falta que me lo recuerdes.
9 comentarios:
Definitivamente vidas paralelas!!!
También me hicieron repetir 8º por ir un año adelantado (lo del instituto fue algo más ligero), pero también cogí carrera de letras de las de paro asegurado...
Me está empezando a dar miedo ;)
Bueno lo mio fue diferente en ese sentido. No repetí 8 de EGB, y al salir me matriculé en BUP y en FP a la vez, uno en un público y el otro en un privado concertado... así que me juntaba 13 horas diarias de clase (9-13,15-18 y 18-22) y como había una superposición de horarios, pedí permiso al jefe de estudios en BUP para salir 30 min antes y cruzar media Palma andando para llegar al otro instituto. Pero es que yo soy masoca jejeje
Nyc, solo espero que no lleves perilla y gafas porque entonces me sentiré como en La dimensión desconocida :)
Mac, es que tú siempre has sido hiperactivo, jajaja.
si te llevaste 2 buenos amigos, está muy bien
Aran, pues sí, la verdad, y ahí siguen, dando la lata, jejeje.
Para que luego digan que la violencia no es el mejor remedio para todos los males! :-D
Sufur, y si encima el personaje es un plasta, que gustazo ;)
Ni perilla, ni prometido jijijiji
Nuestros caminos debieron divergir hace tiempo
Palabro: ostic
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